Agustín se fue un día como hoy, hace cinco años. Tenía diecinueve años
Cuando estaba buscando la información para escribir este recuerdo, me he dado cuenta que éste fue uno de los primeros accidentes en los que empecé a escribir. Por entonces, no tenía todavía blog, y lo que hacía era escribir a los ayuntamientos para que les hiciesen participe a los padres de mi solidaridad hacia su dolor.
Junto con Agustín, perdieron la vida tres jóvenes más: Pedro, Saúl y Saúl.
Elsa, la madre de Agustín, llegó hasta mí.
Las muertes de jóvenes en Galicia me llevó a escribir algún que otro post y en especial, cartas que fueron publicada en la sección de cartas al director de algunos periódicos locales.
Hoy, quiero tener un cariñoso recuerdo para estos jóvenes y en especial con sus padres.
Era apacible el día
Y templado el ambiente,
Y llovía, llovía
Callada y mansamente;
Y mientras silenciosa
Lloraba y yo gemía,
Mi niño, tierna rosa
Durmiendo se moría.
Al huir de este mundo, ¡qué sosiego en su frente!
Al verle yo alejarse, ¡qué borrasca en la mía!
Tierra sobre el cadáver insepulto
Antes que empiece a corromperse… ¡tierra!
Ya el hoyo se ha cubierto, sosegaos,
Bien pronto en los terrones removidos
Verde y pujante crecerá la yerba.
¿Qué andáis buscando en torno de las tumbas,
Torvo el mirar, nublado el pensamiento?
¡No os ocupéis de lo que al polvo vuelve!…
Jamás el que descansa en el sepulcro
Ha de tornar a amaros ni a ofenderos
¡Jamás! ¿Es verdad que todo
Para siempre acabó ya?
No, no puede acabar lo que es eterno,
Ni puede tener fin la inmensidad.
Tú te fuiste por siempre; mas mi alma
Te espera aún con amoroso afán,
Y vendrá o iré yo, bien de mi vida,
Allí donde nos hemos de encontrar.
Algo ha quedado tuyo en mis entrañas
Que no morirá jamás,
Y que Dios, porque es justo y porque es bueno,
A desunir ya nunca volverá…
(Rosalía de Castro)
Un fuerte abrazo, Elsa.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.