El 11 de marzo de 2004, cuando llegué a casa después de mi jornada de trabajo, encontré en la fachada de mi terraza un lazo negro. Lo había colgado Helena, mi hija.
Estaba indignada. Tenía una rabia que jamás había visto en ella. Nunca pensé que un año después, ella tampoco estaría, como esos jóvenes que no habían llegado a la universidad.
Angélica, Rodrigo, Daniel…
…cuando no hay ya lágrimas bastantes,
porque alguien, cruel como un día de sol en primavera,
con su sola presencia ha dividido en dos un cuerpo.
Ahora hace falta recoger los trozos de prudencia,
Aunque siempre nos falte alguno;
Recoger la vida vacía
Y caminar esperando que lentamente se llene,
Si es posible, otra vez, como antes,
De sueños desconocidos y deseos invisibles.
La realidad y el deseo. Luis Cernuda.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.
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