«Las Chicas de Oro» es un grupo de mujeres que han perdido algún hijo en diferentes circunstancias y se ayudan entre si para salir adelante de este trance.
A través del correo electrónico comparten sus vivencias del día a día y se ayudan a levantar mutuamente, cada vez que el estado de ánimo flojea.
Hasta ahora, no todas se conocían, pero el pasado puente de las Constitución han tenido un «congreso» en una de las ciudades más bonita de la Mancha: Almagro, y se han puesto cara.
Yo he tenido el privilegio de ser invitada.
Pero no todas las integrantes de este grupo se han podido reunir, pues algunas viven al otro lado del mar (Argentina, Chile, Mexico, Venezuela, Florida, etc.). Aún así, allí nos hemos reunido madres de Galicia, Teruel, Madrid, Ciudad Real, País Vasco.
Y detrás de ese grupo de mujeres, los hombres. Esos que parece que no sienten ni padecen. Esos que no lloran. Sólo cuando nadie les ve. Los hombres que apoyan a esas mujeres en sus campañas de concienciación, de ayuda en el duelo… Y, pensando en la tierra en que se reunían, hombres y mujeres que, a pesar de su dolor, realizan campañas como las de su amigo D. Quijote, que más parecieran campañas de locos, pero que tienen mucha cordura y un solo fin: ayudar a otros.
Queridas Chicas de Oro, gracias.
¡Cuánta fuerza da el dolor!
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena