Dieciocho

Se cumplen dieciocho años desde ese 17 de abril, a las 16:15h. , cuando un desalmado conductor borracho te mató.

Y mañana se cumplen dieciocho años del momento en que cubrimos tu cuerpo con verde hierba, y nuestro corazón con la más absoluta soledad.

En ese momento, te mató un soldado que se le suponía que era un servidor de la patria, y en caso necesario, de ayuda a la sociedad. Pero en este caso, en lugar de salvar vidas, lo que hizo fue quitarte la tuya y partir la nuestra.

Un soldado que se pasó todo el día bebiendo en la cantina, antes de coger el coche sobre las 16 horas.

Y me sigo preguntando ¿Cómo puede pasar un soldado todo el día bebiendo en la cantina? ¿No hay nadie que ponga límites? Después de dieciocho años, me pregunto si la política de un cuartel militar sigue siendo la misma: permitir beber en un lugar donde existen armas.

Hace unos años, traté este mismo tema con una diputada, militar, y me aseguró que con el paso del tiempo esto ya no sucedía, que ya no estaba bien visto beber, pero lo que le preocupaba era el tema del sueño para conducir. Los militares finalizaban su guardia y cogían sus coches. Me di cuenta que el tema del alcohol no era importante. Y después, por desgracia,  ha habido otras muertes, producidas por militares borrachos.

Y es que, en la sociedad, en todos los estamentos, los “accidentes de tráfico”, como los llaman, no son importantes. Y conducir con alcohol, poner en peligro la propia vida y la de los demás, a lo máximo que lleva es un simple consejo, como hemos visto esta semana Santa en el anuncio de la DGT. Un anuncio que no sirve de nada si no existe una Ley  que prohíba este consumo de alcohol para conducir.

Y así pasan los años, con otras muertes por el mismo motivo.

Las víctimas de siniestros de tráfico no somos,  ni siquiera,  consideradas víctimas, como lo son otras víctimas de otras violencias.

Y las muertes producidas con un coche son las menos penadas, las más injustas, y las menos tenidas en cuenta a la hora de hacer modificaciones en las leyes existentes.

Cuando estábamos dando sepultura a nuestra hija, ¡qué digo!, mucho antes el causante de la muerte ya había salido del calabozo.

¿Por qué las víctimas de tráfico tenemos que enterrar a nuestros muertos y aumentar el dolor sabiendo que el causante está ya en la calle? ¿Es que nosotros no nos merecemos que, en ese momento, estén en la cárcel?

Las víctimas pedimos que estos actos sean considerados homicidios, intentando conseguir mayores sentencias. Yo me conformaría con que, en principio, estén en la cárcel durante un tiempo. Ese tiempo de duelo que merecemos. De nada sirve que durante una media de tres años, los causantes de nuestro dolor sigan en la calle, haciendo su vida, o poniendo la vida de los demás, nuevamente en peligro.

De nada sirve que matar por conducir con alcohol u otras drogas sea delito, si el castigo es tardío, y casi inexistente.

Cualquier otro delito, incluso sin quitar una vida, es más castigado y conlleva cárcel desde el primer momento. Que no estoy en contra de que esos delitos sean castigados, pero no podemos seguir tratando las muertes en siniestros de tráfico como simples accidentes.

Por desgracia, llevo dieciocho años viviendo estas muertes como la de mi hija.

Sé que tendría que estar escribiendo una nota de amor a mi hija, en este triste día, pero es imposible que no me salga esta vena reivindicativa, porque el dolor de esas nuevas madres es también el mío.

NO MATARÁS, NO EXISTE PARA LOS DELITOS VIALES.

Querida hija, solo podemos llevarte tus flores preferidas. Solo podemos recordarte con tu alegría. Solo podemos vivir de recuerdos. Solo podemos seguir añorándote lo que nos quede de vida. Pero todo esto no es suficiente para seguir vivos.

Perdóname hija por, después de estos años, no haber podido conseguir que las muertes como la tuya no sean en vano.

Estatuto de las víctimas de delitos:

 Elaborar una ley constitutiva del estatuto jurídico de la víctima del delito es ofrecer desde los poderes públicos una respuesta lo más amplia posible, no sólo jurídica sino también social, a las víctimas, no sólo reparadora del daño en el marco de un proceso penal, sino también minimizadora de otros efectos traumáticos en lo moral que su condición puede generar, todo ello con independencia de su situación procesal.

 -La Ley de Víctimas de Delitos debe recoger que, las víctimas de siniestros de tráfico, como víctimas de delitos que también somos, tengamos el derecho a que el victimario no permanezca libre mientras que estamos dando sepultura a nuestros familiares, ni  durante un tiempo crucial de nuestro duelo. Todo aquel delincuente vial culpable de producir muerte, deberá permanecer en la cárcel, desde el momento en que es detenido o producido el hecho, por un periodo negociable con las víctimas, no computable con la condena que le fuera impuesta una vez juzgado por el delito cometido, y que, por lo general, no se llevará a cabo hasta pasado unos tres años.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor con alcohol.

www.quieroconducirquierovivir.com

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Acerca de Flor Zapata

Desde Abril de 2005, soy Flor Zapata, madre de Helena. Ese es mi pie de firma desde que escribo para concienciar sobre los peligros de una conducción no responsable.
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