El 11 de Septiembre de 2001 comenzó una bajada a los infiernos para muchas personas. Y en cuatro años, llegó hasta mí.
Todos recordamos qué estábamos haciendo ese 11-S, porque las cosas que cambian una vida o terminan con muchas, nunca se olvidan. Y como muchos, yo estaba comiendo con mi hija. Enseguida pensé en una guerra, y lo que recordaba de las guerras, no lo visto en películas. sino lo que me contaba mi madre, era que se pasaba mucha hambre. Había vuelto de viaje y la casa tenía poco. Le dije a Helena: tenemos que irnos a hacer compra.
Es curioso, el miedo que te puede quitar las ganas de comer, en mi caso me pedía comida.
Temí una guerra. Recordé las predicciones más catastrofistas sobre el comienzo del año 2000 y el fin del mundo. Sentí que la vida de mi hija se vería afectada y era demasiado joven y había vivido muy poco. Y en poco tiempo se cumpliría este temor.
Miles de personas perdieron la vida en ese acto inhumano. Algunas madres de España se convirtieron en madres sin hijos. Y en el siguiente 11, a España le toco de lleno. Más dolor y rabia. La cercanía era aún mayor. Las probabilidades de habernos tocado, mayores. Las historias más próximas. Y nuevas madres sin hijos.
El siguiente no fue un 11 sino un 7, en Londres. Nuevamente una locura.
Y el 17 de Abril de 2005 me toco de lleno. Otro tipo de terrorismo: terrorismo vial. El terrorismo que más víctimas produce, pero el menos percibido porque las bombas son coches, y están en manos de cualquiera.
Me acabo de dar cuenta que el 1 de todos los 11 y el 7 del único atentado que no fue un once, se unieron para mí.
«No se puede reemplazar a nadie. Lo que se pierde se pierde» Frase de la película «Antes del atardecer».
Mi solidaridad para con las víctimas de todo tipo de terrorismo.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor borracho.