El barrio de «El Pan Bendito» ha sido uno de los barrios más pobres y marginales de Madrid durante mucho tiempo, y como todo y todos los sitios, un lugar donde existen muy buenas personas.
Este barrio que algunos, ahora, lo conocen gracias a «El Langui», porque a él le gusta, siempre que puede, hablar de su barrio, durante mucho tiempo tuvo una comunidad importante de gitanos. Hoy en un lugar con habitantes de todas partes del mundo.
Ayer, estuve allí en un evento muy especial: la celebración del 50 aniversario, como cura, de D. Jesús Sendino, un cura que lleva en este barrio 25 años, además de haber sido profesor de mi marido, el cura que nos casó, creo que el único cura que habrá rezado por Helena y un amigo querido.
Jesús Sendino es un «salesiano» comprometido toda su vida con los más desfavorecidos y una de esas personas que dignifican la figura del sacerdocio.
Para mis amigos, es el cura de la lotería, porque cada año nos provee de uno o dos talonarios, para que vendamos, siempre con la ilusión de que va a tocar, y con el valor añadido de una ayuda para esa parroquia.
Ayer, D. Jesús, como le llaman sus antiguos alumnos, estuvo arropado por su familia, sus amigos y los feligreses que le quieren. Y él estuvo feliz, tal y como dijo se había sentido en estos 50 años como sacerdote, pero yo le noté una cierta tristeza en algún momento: echo en falta a alguno de esos gitanos a los que ayudó durante mucho tiempo. Ahora pertenecen a la iglesia evangelista.
Ayer estuve en una misa muy especial, con mucha emotividad. Fue una jornada muy especial.
Gracias, Jesús, por tu invitación. Por tu amistad. Por seguir intentando ser el hilo conductor con ese Dios que nosotros pensamos que no existe. Pero tú sí existes y eso es lo más importante.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.