Supongo que a algunos os habrá extrañado que aún no me he pronunciado sobre el pequeño Julen, pero es que no quiero ser pesimista, y mucho menos, transmitirlo. Sobre todo por esos padres que ya perdieron un hijo.
Me crié en una zona de minas, con muchos pozos abandonados, y viví durante años, casi a la boca de una mina: El pozo Calvo Sotelo.
Mi feliz infancia está rodeada de vivencias, juegos, e historias de minas y pozos. Cuando era un bebé, viví, aunque sin enterarme, la primera explosión de grisú del pozo, después, ya sí recuerdo, la segunda con las consabidas muertes. Y yo misma, en un día de esos de juegos infantiles, estuve a punto de caer a uno de esos pozos abandonados. Gracias a la actuación de una tía mía que me agarró cuando estaba en el borde.
Pero esto no es una mina. Para bien y para mal.
A los padres que perdemos un hijo en siniestro de tráfico, normalmente nos dicen que murió en el acto, que no se enteró. Es más consolador. Aunque hay personas que han pasado por un grave siniestro y dicen que una vez sucedido, ya no te enteras de nada.
Quisiera creer en los milagros. Y también en que el hada Helena estará merodeando por allí.
Mucha fuerza para esos padres.
Flor Zapata Ruiz, madredHelena, muerta por la acción de un conductor con alcohol.
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