En aquel tren íbamos todos

doscalas

Hace diez años todos perdimos a alguien en los atentados del 11 de marzo. A todos se nos murió una parte de nuestra vida. De alguna forma todos íbamos en ese tren. Y algunos no sabíamos que,  un año después, conoceríamos  en nuestras propias carnes lo que era perder a un hijo.

Tampoco podía imaginar ese día que conocería personalmente a dos de esas madres que perdieron en ese tren a un hijo (Rodrigo) y una hija (Angélica), y menos aún, que con una de ellas tenía una gran afinidad: el nombre y apellido.

Pero antes de poder mostrar mi solidaridad, lo hizo mi hija con ese lazo negro que puso en la terraza, y con sus palabras, irrepetibles, dirigidas a los asesinos de ETA, que era lo primero que se pensó y fomentó.

Hoy, diez años después, parece que la teoría del atentado para que no ganara el PP pierde adeptos, que las asociaciones de víctimas se reconcilian, pero el daño está hecho, y hoy sabemos que además de las víctimas de ese terrible atentado, y el agente que murió cuando  los causantes se inmolaron, hubo otras víctimas, como por ejemplo, la mujer del comisario de Vallecas, a quien se le acusó de colocar la mochila para desviar la atención. Su mujer no aguanto el bulo y terminó suicidándose. O los que no aguantaron tanto dolor.

El 11-M murieron unos, otros resultaron gravemente heridos y todos fuimos afectados e impactados. Pero solo los familiares de los 192 muertos saben lo que han sido estos diez años con sus ausencias.

Querida Flory, querida Marisol, solo hay una cosa en la que os envidio, y ya sabéis cual es. Por lo demás, sentimos el mismo dolor, la misma ausencia, e igual pena.

Eso sí,  los que perdimos a nuestros hijos en las carreteras nunca tendremos el reconocimiento de la sociedad, porque lo llaman accidente. Y lo llaman accidente para que los culpables no se sientan tan mal.

…Y como humano que soy, recuerdo y siento que casi todo lo que sucede es una maravillosa excusa para volver a sentir lo que ya nunca será. Salvo que quizá lo perdido habite donde el tiempo no exista, esperando. Quizá…

«No hay Navidad sin recuerdo».  Cuarenta latidos. Manuel Juliá.

Un fuerte abrazo, amigas.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor con alcohol.

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Acerca de Flor Zapata

Desde Abril de 2005, soy Flor Zapata, madre de Helena. Ese es mi pie de firma desde que escribo para concienciar sobre los peligros de una conducción no responsable.
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