Son muchos los que llegan a este blog buscando una frase que decir a los padres que han perdido un hijo. También buscando un poema alusivo a la pérdida de un hijo.
Creo que no hay mejor poema para describir la pérdida de un hijo que el de Rosalía de Castro.
…No, no puede acabar lo que es eterno,
ni tener fin la inmensidad…
Hacía mucho que no lo ponía aquí:
Era apacible el día
Y templado el ambiente,
Y llovía, llovía
Callada y mansamente;
Y mientras silenciosa
Lloraba y yo gemía,
Mi niño, tierna rosa
Durmiendo se moría.
Al huir de este mundo, ¡qué sosiego en su frente!
Al verle yo alejarse, ¡qué borrasca en la mía!
Tierra sobre el cadáver insepulto
Antes que empiece a corromperse… ¡tierra!
Ya el hoyo se ha cubierto, sosegaos,
Bien pronto en los terrones removidos
Verde y pujante crecerá la yerba.
¿Qué andáis buscando en torno de las tumbas,
Torvo el mirar, nublado el pensamiento?
¡No os ocupéis de lo que al polvo vuelve!…
Jamás el que descansa en el sepulcro
Ha de tornar a amaros ni a ofenderos
¡Jamás! ¿Es verdad que todo
Para siempre acabó ya?
No, no puede acabar lo que es eterno,
Ni puede tener fin la inmensidad.
Tú te fuiste por siempre; mas mi alma
Te espera aún con amoroso afán,
Y vendrá o iré yo, bien de mi vida,
Allí donde nos hemos de encontrar.
Algo ha quedado tuyo en mis entrañas
Que no morirá jamás,
Y que Dios, porque es justo y porque es bueno,
A desunir ya nunca volverá.
En el cielo, en la tierra, en lo insondable
Yo te hallaré y me hallarás.
No, no puede acabar lo que es eterno,
Ni puede tener fin la inmensidad.
Mas… es verdad, ha partido
Para nunca más tornar.
Nada hay eterno para el hombre, huésped
De un día en este mundo terrenal,
En donde nace, vive y al fin muere
Cual todo nace, vive y muere acá.
Rosalía de Castro
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.
Mónica está delante de la tumba intentando contener las lágrimas: las piedras y las conchas que trajo la última vez como regalo han desaparecido. Cuando hace algunos días oyó el silbido del aire filtrándose por debajo de la puerta, fue lo primero que pensó, que se habrían caído de la repisa en la que los familiares dejan de todo, desde flores hasta dibujos de niños. Ella solo le lleva lo que encuentra en la playa, por la arena, o entre las rocas; pero la tumba lleva varios días sin nada, vacía, y no puede evitar la emoción —está en el cementerio, es lo que se espera de ella.
Como sospechaba que se la encontraría así, ha cogido algo de la última recolecta: una caracola de mar, una lapa hermosa que todavía estaba viva cuando la sacó del agua y una piedra grande, blanca, que probablemente es un azulejo desgastado. Cuando lo coloca todo en orden, casi una decoración, piensa, está convencida de que si su marido la viera, le diría que está loca. El problema es que, después de oírlo tantas veces, ya no le afecta como al principio. Lo único que permanece intacto en el tiempo, a lo que no se acostumbra, es la muerte.
Móoonica, Móoonica, Móoonica. Después de hacer algo que nadie aprueba, el marido dice su nombre tres veces, como haría con un niño pequeño, alargando las vocales, y Mónica agacha la mirada y se deja acariciar mansamente.
MUJER SIN HIJO, página 117
Gracias Flor,por recordar este poema tan cierto,tan duro y tan hermoso a la vez,precisamente este dia, el de mi cumpleaños.Lo tomo como un regalo de mi amadísima hermana,me paso el día buscando una señal,cualquier pequeño detalle que me haga creer que mi hermana está en un camino en el que nos encontraremos para no separarnos jamas.Un abrazo muy fuerte
Querida Inés: Felicidades. Yo creo que las señales están más en nosotros que en la realidad. Dicen que soy la personas que más señales tengo, pero yo sigo siendo remisa a creerlo. O quizás es que no me consuela. pero si has pensado que es una señal, quédate con ella. Todo lo que nos ayude a curar este dolor, está permitido. Un fuerte abrazo.