Cada vez que sucede un hecho tan horrible y luctuoso como es la pérdida de la vida de un menor a manos de otro se inicia una nueva polémica sobre la Ley del Menor. Yo no soy jurista, solo soy madre, ahora sin hijos, y soy víctima (de la Ley del mayor, claro) y recuerdo una vez un artículo que hablaba de que los que somos víctimas no podemos opinar porque no somos objetivos y nos mueve el dolor ¡cómo no! Por eso, hoy traigo hasta aquí el artículo que aparece en El País, titulado «No cambien la Ley con un crimen caliente».
La Ley, a lo largo de la historia, ha ido siempre a remolque de la sociedad que va siempre por delante y a mí me preocupa la sociedad, que es la que mueve el mundo y la base para que exista un mundo mejor. Y me preocupa, más aún que La Ley del Menor, los menores que estamos criando.
El oro día, me impactaba una frase sobre la presunta menor que ha acabado con Cristina: Los psicólogos se han sorprendido de la entereza de la muchacha, así como de la ausencia total de sentimiento de culpa que ha manifestado durante los interrogatorios policiales.
“Ausencia de Sentimiento de culpa”
Durante mucho tiempo, lo que más dolor me producía era que para lo poco que había vivido mi hija no le hubiera hecho la vida más fácil. ¿Por qué le prohibía, le limitaba, le controlaba, le exigía, le pedía, le obligaba? Porque trataba de educarlas y de formarlas como una persona de bien. Porque era su madre y ejercía como tal.
Un niño no sabe de límites, hay que marcárselos. En principio no entiende de bien y de mal. Hay que definírselo. La muerte solo le llega a través de la tele y es como un juego. Los padres son los que tienen que estar ahí para ir formando esas mentes, esos cuerpos, esa futura sociedad.
Cuando comprendí que él que había producido la muerte de mi hija iba a seguir conduciendo y no iba a ir a la cárcel hasta pasado mucho tiempo, porque la Ley en aquel momento era así y lo permitía, comencé a escribir a los jóvenes. La solución no estaba en la justicia, la solución estaba en ellos, en los jóvenes. Si conducían con responsabilidad no producirían accidentes. No tendrían que recurrir a la justicia. Llámenme como quieran.
La Ley del Menor puede endurecerse, también la del mayor, pero a nuestros hijos no nos lo van a devolver más años de cárcel de los culpables, aunque es cierto que la sociedad debe exigir su pago. Sigo pensando que la solución está en la educación. En los padres. Nosotros somos los que hemos hecho algo mal. Y nosotros somos los que lo tenemos que solucionarlo. Pero de nada sirvió que yo tratara de hacerlo lo mejor posible y hubiera otros que no han hecho nada.
Lo que tenemos es lo que hemos creado. ¿Qué pasa con la mano que mece la cuna?
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.