La ridícula idea de no volver a verte

Pablo Lizcano era un famoso periodista de los años 80 que me gustaba, como periodista, pero especialmente como hombre, porque era muy guapo. Pablo murió el 3 de mayo de 2009.

 Rosa Montero es una escritora y periodista de la que solía leer sus columnas. Creo que la primera columna que guardé de ella fue hace muchos años, y si no estoy confundida, en ella hablaba de los ronquidos. Un artículo real e hilarante que me encantó, máxime cuando, casi todas, tenemos un roncador en casa.

 Durante muchos años no tuve ni idea de que Pablo y Rosa eran pareja.

 Al poco de morir Pablo, y después de leer una entrevista a Rosa, me decidí a escribirla dándole un consejo. ¡Qué osadía! Porque yo sabía del dolor me permitía aconsejarle.

Así comenzó algún que otro intercambio de mails entre Rosa y la madre de Helena.

 Aunque en casa ya había libros de Rosa Montero, en estos últimos años he ido comprando otros.

 Alguna madre y algún padre al ver que en Facebook pongo links de Rosa Montero, me han preguntado si había leído “La ridícula idea de no volver a verte”. Claro que lo he leído, aunque este libro será siempre un libro por leer, pendiente de leer. En cualquier momento lo vuelvo a abrir, por cualquier lugar, y si queda un hueco por subrayar enseguida desaparece.

 Y a esto padres, también sin hijos, les cuento que sí me ha gustado, que sí me gusta, que está lleno de vida y de referencias a la muerte. Pero que no busquen nada nuevo referente al dolor que sentimos, ninguna receta. El libro de Rosa, además de ser tierno, ameno, entretenido, y una magnífica biografía de Marie Curie, está lleno de frases y referencias al dolor producido por la muerte del ser querido, y la reinvención de la vida después de la muerte de un ser querido.

 Algunos sabéis que a mí no me ayudo la lectura, solo la escritura. Pero en este caso lo considero más que recomendable. Es un libro que toma como excusa a Marie Curie, el dolor y la pérdida de Pierre Curie para hablarnos del dolor y el duelo también por la propia pérdida de la escritora.

Ya sé que diréis, pero nada como la pérdida de un hijo. Eso es lo que pensamos nosotros, pero para cada uno su pérdida es la peor. Porque es la que siente, la que se conoce, la que pone punto final a la vida con el  ser querido para abrazarle, besarle, vivir con él.

Este libro está lleno de frases que haría mías. De reflexiones vitales. Es de esos libros con los que lleno un cuadernillo entero de notas. Me encanta. Tan solo hay una cosa en la que no estoy de acuerdo: yo le habría titulado “La insoportable idea de no volver a verte”

 Creo que Rosa Montero escribió este libro cuando habían pasado tres años de la muerte de Pablo Lizcano, quiero brindarle una frase de otro libro que también leí, que alguien me regalo porque la protagonista había perdido también un hijo, “Criadas y Señoras”: Tres años no es mucho tiempo. Cien años todavía serían pocos.

 Se refería al tiempo que habría de pasar para paliar el dolor por la pérdida de un hijo, pero la pérdida del compañero con el que hemos recorrido casi toda la vida, no creo que le vaya a la zaga.

Dice la escritora que  una novela tiene pocas perlas, con suerte, tal vez diez. Yo he querido recopilar diez perlas, pero en este libro hay muchas más. He escogido éstas porque se refieren al duelo, al dolor, a la pérdida:

-Solo en los nacimientos y en las muertes se sale uno del tiempo.

-El verdadero dolor es indecible.

-La pena aguda es una enajenación. Te callas y te encierras.

-Eso es lo primero que te golpea en un duelo: la incapacidad de pensarlo y admitirlo.

-La muerte es vista como una anomalía y el duelo, como una patología.

-…no te recuperas nunca, ése es el error: uno no se recupera, uno se reinventa.

-El verdadero dolor es inefable, nos deja sordos y mudos, está más allá de toda descripción y todo consuelo.

-Aunque pase el tiempo, el dolor de la pérdida, cuando se pone a doler, te sigue pareciendo igual de intenso.

-salvo que mueras joven, cuando se alcanza la vejez se diría que lo que sucede interesa poco.

-Manejar la muerte nunca ha sido fácil.

 Querida Rosa Montero, tú ya te has reinventado la vida, Pablo estará muy orgulloso.

 Y el último abrazo de Rosa Montero a Pablo Lizcano, un adiós lleno de poesía: Una vida

 Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor con alcohol.

 

 

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Acerca de Flor Zapata

Desde Abril de 2005, soy Flor Zapata, madre de Helena. Ese es mi pie de firma desde que escribo para concienciar sobre los peligros de una conducción no responsable.
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2 respuestas a La ridícula idea de no volver a verte

  1. Julia dijo:

    Precisamente ayer supe de este libro, y pienso buscarlo el viernes en la feria del libro.
    No sabía que su pareja era Pablo Lizcano, yo siempre le conocí como el ex de Massiel.
    Rosa Montero es una mujer que he empezado a conocer hace poco, pero que me ha hecho darme cuenta de que no sólo es una gran escritora, sino una gran persona, y solidaria donde las halla.
    Un besito Flor.

  2. José Ignacio Gurruchaga dijo:

    Una compleja relación tenemos los vivos con los que ya se han ido. El pesar por la pérdida, el vacío, el infinito desdén por su egoismo al dejarnos huérfanos de su presencia. Se hace insufrible vivir y te toca echar mano de todo el valor para habitar la ausencia, esa presencia constante que puede estremecerte, pero que a la vez es dulce en los momentos, escasos, de armonía con el ausente, de aceptación de una inaceptable realidad.
    Para tí la vida ya no es igual. Todo adquiere un tono distinto y distante. Miras los objetos y se transforman de súbito en ideas, en una estremecedora nueva realidad que te amordaza y que supone el triunfo del que sin estar ya contigo lo estará para siempre. Y ahora me dá por pensar en los míseros egoismos, las pequeñas banalidades que se transforman en una losa irrenunciable que debes arrojar para poder seguir adelante, aún conociendo el fin del trayecto. Todo es opaco, cruel e individual y te crea un muro que te aisla y mantiene solo, inclementemente solo. He visto el fulgor de la esperanza que brilla en la mirada de los sufrientes, la conozco muy bien y sé que está formada de amor, sufrimiento y entrega. Cuándo se advierte eres consciente que el heroismo existe y tiene una belleza infinita que enaltece y encumbra a los humanos, es la belleza de la divina mansedumbre. Y el misterio se desvanece y todo es diferente, porque el mundo nunca será el mismo. La infancia retorma con una difusa presencia a un ritmo atemporal y penetrante. Ves el paso del tiempo en una nueva dimensión infinita y más real. Y ésas presencias están donde tú estás, ni un centímetro más alejadas. Se incorporan a tu vida como una nueva piel que te transforma en un renacido ser. ¿Se han ido de hecho? Tal vez sea la cruel y al tiempo dulce venganza que nos infieren porque saben que nosotros, de alguna manera y a nuestro pesar, los hemos echado. Benditos sean, hasta que nos unamos a ellos.

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