Los que hemos perdido un hijo sabemos cómo te cambia la vida. Conocemos parejas que se rompen, porque cuando la muerte entra por la puerta el amor sale por la ventana. Conocemos padres y madres que se suicidan o simplemente mueren de pena. También sabemos de los que entran en una depresión de la que no consiguen salir. Y otros que les da por beber y llegan a perder su trabajo.
Cuando conocí la noticia de los asesinatos cometidos por el falso maestro shaolín, pensé en las madres de las víctimas, lo que no sabía es que una de esas mujeres era madre y había perdido años antes un hijo.
Hoy, leyendo las noticias del periódico, he conocido que Jenny Sofía Rebollo Tuiran, la mujer colombiana, de la que recogieron sus restos, y siempre según le periódico, había llegado a España después de perder a su hijito de 4 años, atropellado.
Era su primer hijo. Se separó, dejó su país y se vino buscando una nueva vida.
No sé si de verdad sería prostituta, no sé si será verdad que, como hoy decían en la tele, bebía, el caso es que un día cambio su vida y después todo pudo ser una cadena.
Ojalá sea verdad que Jenny se haya reunido con su hijito. Ahora, otra madre comienza otro camino de dolor, la madre de Jenny que no podrá ni ver a su hija muerta porque alguien no solo le dio muerte sino que la descuartizó.
¿Cómo puede haber tanta maldad?
Mi solidaridad con las familias de Jenny Sofía y Mauren Ada Ortuya.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor con alcohol.