Todos hemos dicho alguna vez aquello de «Te acompaño en tu dolor», «Le acompaño en su sentimiento», «me solidarizo contigo», o mi famosa frase «Vuestro dolor es también el mío…», pero en realidad, el dolor se siente en soledad porque cada persona lo siente de una forma distinta.
Cada uno lo sentimos, expresamos, ocultamos, trasformamos, de forma diferente, porque somos distintos.
Sí es cierto que unas personas más que otras te ayudan a compartir la ausencia, la desesperación, que están ahí con un abrazo, un silencio, una palabra de consuelo, un alimento para que lleves a la boca, y solo lo puedes agradecer cuando vuelves a la realidad, porque, al principio, el dolor anula todos los sentidos.
Y cada fin de semana, repito esa frase de «vuestro dolor es también el mío, porque, antes, ya fui yo» pero soy consciente de que esos padres estarán solos en su dolor, porque sólo ellos lo sentirá tan profundamente, y por mucho tiempo. El resto de sus vidas.
En este puente, y de momento, los padres de veinte personas.
No dejes que la vida te elija. «Conduce sin miedo, pero con vergüenza».
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena
Sin miedo, porque el miedo puede producir inseguridad y accidentes. Con vergüenza de ser tú el causante de un accidente. Con vergüenza de dar positivo en un control. Con vergüenza de que te fotografíe un radar. Con vergüenza de ser un posible delincuente vial.