Hay una joven italiana que tiene un chiringuito donde, a veces, vamos a comer unas pizzas que están divinas.
Es una chica encantadora y hace poco que se ha casado. No la habíamos vuelto a ver desde hace muchos meses, poco antes de casarse.
Quería tener con ella un pequeño detalle, por su boda y por lo amable y cariñosa que es. Hoy, le he regalado un ojo turco. Es algo que no tiene valor económico, pero para mí tiene mucha historia.
Cuando visitamos la isla griega de Rodas, compramos uno de esos ojos para Helena, porque nos contaron que las jóvenes que se casaban lo llevaba y lo colgaban detrás de la puerta de su casa, asegurándose así que su nueva casa, el hogar que formaban con su marido, quedaba así protegido de los males.
Ese regalo para Helena lo compramos más o menos un año antes de su muerte. El ojo de Helena sigue guardado. No sé si algún día se lo daré a alguien importante que forme un nuevo hogar.
Cuando le he dado a esta joven el ojo turco que le había comprado, le he contado la historia que nos contaron pero no he mencionado para nada a Helena.
Pero ella, encantada con su regalo, que nos ha agradecido enormemente, y del que no conocía la historia, me ha preguntado: ¿Es Ud. madre? Supongo quería felicitarme. Entonces, se me ha hecho un nudo en la garganta y le he contestado: Sí, soy madre, pero ahora soy una madre sin hijos. Yo tenía una hija… Y ella me ha abrazado y besado diciéndome, «usted es una gran madre».
Yo solo quería regalarle algo para que le diese suerte en su nueva vida y ella me ha regalado el beso que Helena, hoy, no me podía dar.
¡Que cosas tiene la vida!
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor con alcohol.
Ese ha sido un beshhhhho!!! Así, con «h». Con H de Helena.
Y «gran madre» también es un mhensaje, también con H, por supuesto 😉
Te mando otro, muackssss,
Precioso detalle, el tuyo y el de ella del que estoy seguro que Helena ha tenido mucho que ver en ello.
Recibe también un beso y un abrazo de nuestra parte.