(Entrevista publicada en Sietedias, Alcobendas, el 15 de noviembre de 2019)
La pérdida de un hijo, en mi caso, la única hija que tenía, es el dolor más grande que se puede sentir. Un dolor devorador, una locura, algo difícil de transmitir. Pero nadie podría sobrevivir con un dolor de esa intensidad por mucho tiempo. El cuerpo, que es sabio, utiliza sus resortes para agarrarte a la vida.
La herida estará ahí siempre, pero vuelves a vivir. Una vida que jamás será igual.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por un conductor con alcohol.