Quince Años. El Año que Vivimos Peligrosamente

Querida Hija:

En estos quince años, este día sería un año más en el que escribiría sobre mi sentimiento de pérdida. Publicaría tu esquela recordatorio, y fotos de tus calas en el cementerio.

Y lo normal es que hubiera esperado a fin de año para contarte lo que está pasando,  pero es tan grave el tema que no puedo demorarlo. Ya sé que muchas madres de las que lean esto me dirán, que para qué contártelo si tú ya lo sabes, pero yo tengo tantas dudas que tengo que hacerlo.

Mi querida hija, estamos viviendo una película de ciencia ficción parecida a algunas de las que veíamos juntas, pero esta es real. Hay un bichito de la familia de los coronavirus, llamado Covid-19 que está matando a las personas, especialmente a los más mayores, y que contagia con una virulencia increíble. En pocos meses se ha extendido desde China y ya afecta prácticamente a todo el planeta Tierra. Ya hay 1, 9 millones de infectados en todo el mundo y más de 120.000 muertos.

En nuestro país ya ha producido más de diecinueve mil fallecidos, y lo peor, es que son muertes en hospitales y en residencias, aislados, sin compañía de sus familias. Los hospitales han estado completamente saturados. Muchos médicos y sanitarios de muchos países han muerto, y muchos están infectados. Tranquila, Tere está bien, y Lucia, tu compañera de celebración de cumple, también.

Es espantoso e increíble, llevamos un mes confinados,  metidos en casa, salvo los que trabajan (médicos, enfermeras, en femenino y masculino, todo el personal de los hospitales, limpieza, policías, militares, guardia civil, bomberos, ambulancias, personal de supermercados), para que podamos quedarnos en casa el resto, para poder contener un poco el virus, y dar tiempo a que los hospitales se recuperen.

Algo increíble de describir y de imaginar, si no se vive.

Los padres de algunas de mis amigas, han muerto. La mayoría de los abuelitos se están marchando, y las personas con patologías, algunas de las que nosotros tenemos, son las que más riesgo corren.

Yo hace mes y medio que no piso la calle. Tu padre, mi príncipe de hierro, fuerte por fuera e hierro caliente por dentro, es el que se expone cada vez que hay que salir a por algo de comida y las muchas medicinas que tomamos.

Hay que salir con mascarilla, guantes, y al regreso hay que lavarlo todo, desinfectarlo, porque el bichito puede venir en cualquier cosa que antes haya sido tocada por un infectado. Y algunos de los abuelitos que tienen la suerte de ser hospitalizados, no saben dónde están porque creen que están siendo atendidos por extraterrestres por la indumentaria que llevan los sanitarios, para tratar de no contagiarse.

Yo llevo bien este confinamiento. No me resulta difícil, ya sabes que nos aislamos desde hace años y lo soportamos bien, pero lo que no soporto es que este año, en este día, no podré llevarte tus calas al cementerio, porque está prohibido salir. Lo más que puedo hacer es enseñarte las calas tan bonitas que este año podrías haber tenido.

Las calas de Helena

En fin, querida hija, esto es triste, muy triste,  muchas personas se van quedando por el camino y nosotros intentamos aprender a vivir con este peligro.

Desconozco el autor.

Ahora,  está prohibido el contacto cercano, los besos, esos que tanto te gustaban, los abrazos, darse la mano, y así el mundo, para nosotros, se convirtió en peligroso, triste, solitario…

Pero no toda la sociedad lo vive así. Los niños lo llevan con bastante  lógica, no pueden salir a la calle, hay que estar en casa porque hay un virus que si no ve a nadie en la calle, se irá. Y la mayoría lo viven con positividad y dicen que resistirán, resistiremos, pero nosotros, a nuestra edad, y con nuestra situación, lo vemos con más pesimismo que positividad.

Desde que te fuiste, nuestra casa se quedó con solo tres paredes. Durante muchos años quisimos marcharnos contigo, pero ahora comenzábamos a levantar cabeza. A nuestra edad, lo de un día más, y un día menos, es una frase lapidaria, y ahora que casi  habíamos conseguido reconstruir esa pared,  amontonando las piedras que siempre nos proporcionaban calor y cariño, pero ahora, se nos hunde el techo.

Casita de Helena, sin techo.

Aniquilación y muerte. Desesperación, incertidumbre, preocupación, desasosiego, por uno y por todos. Si quedaba algo de las ruinas que fuimos, esto lo termino de derrumbar. Y nuestra casa ya no es que le falte una pared, ahora se le cae el techo. Flor, madredHelena. Facebook, 28.03.2020

Este aniversario es un poco más triste, porque el visitarte consuela.

Querida Helena, quince años siguen siendo pocos, y cien no serían suficientes, para olvidarte, para consolarnos, para terminar este duelo que es eterno, como nuestro amor por ti.

Si de verdad tienes la magia de las hadas, tócanos con tu varita. Nos veremos cuando pase todo esto. O bien iré a visitarte, o seré yo la que busque tu regazo.

“No es más grande el que más espacio ocupa, sino el que más vacio deja cuando se va”. De la frases que coleccionaba Helena.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, que murió por culpa de un conductor borracho.

www.quieroconducirquierovivir.com

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Acerca de Flor Zapata

Desde Abril de 2005, soy Flor Zapata, madre de Helena. Ese es mi pie de firma desde que escribo para concienciar sobre los peligros de una conducción no responsable.
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2 respuestas a Quince Años. El Año que Vivimos Peligrosamente

  1. Cristina dijo:

    Quince años son demasiados años sin tu pequeña.
    Un abrazo enorme Flor❤️❤️😘

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