Ayer, 11 de julio de 2010, día grande que pasará a la historia por que el equipo español ganó lo mundiales de futbol, para las familias de Jose, Cristina, David y Myriam, era un día triste en el que se cumplía el sexto aniversario del siniestro que acabó con sus vidas.
Esos cuatro jóvenes no conocieron la euforia y la alegría de la Eurocopa y tampoco han conocido la del mundial, porque alguien les privó de este placer un 11 de Julio de 2004.
Los padres de Cristina perdieron a su hija, su yerno y los cuñados de estos. Los padres de Jose perdieron dos hijos, de golpe, y a sus nueras. Y todos perdimos la esperanza en las instituciones.
Una sentencia que en su día se definió como ejemplar y que daba por finalizada una etapa en la que los mal llamados accidentes de tráfico eran considerados como faltas administrativas, dictaba una condena para el causante de este siniestro de 4 años de prisión y seis años de retirada de carnet. Pero esta persona sólo cumplió una condena efectiva de 4 meses en prisión.
Estos padres que siguen llorando su pena hacen algo más: llevan seis años luchando por la vida de los hijos de los demás.
Podrían haber seguido maldiciendo al culpable de su desgracia y a los que no hacen nada para que la ley se cumpla, pero siguen en la lucha para mejorar la seguridad vial y evitar más víctimas. Y días, como el pasado sábado, después de poner un ramo de flores en el centro de cuatro nombres: Jose, Cristina, David y Miriam, cuatro lápidas como si fueran un puzle, estaban en la asociación, proponiendo temas y cosas contra las que luchar.
Personalizaré en Maxi (Madre de Jose y David) e Isabel (Madre de Cristina) el ejemplo de dos mujeres que no se han quedado paralizadas por el dolor y que han luchado y luchan por evitar el terrorismo vial.
El sábado, cuando yo abandoné mis cajas, mis pintores, mi parquet para ir a nuestra habitual reunión del segundo sábado de cada mes, no recordaba que mis compañeras tenían una actividad menos terrenal que la mía y más dolorosa: Isabel y Maxi venían del cementerio y Carmen, madre de Álvaro, celebraba el no cumpleaños de su hijo y 9 años de la desconexión de la máquina que le mantenía en este mundo después de que un coche de carreras le dejara en una situación irreversible.
Queridas compañeras y compañeros de dolor, ¡me habéis enseñado tanto!
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.