Estas fiestas son lo peor que hay para las madres y padres que han perdido a sus hijos. Es un nuevo esfuerzo para ese corazón destrozado. Si no había más hijos, la soledad es inmensa. Y si hay más hijos, el esfuerzo para seguir dando el mismo amor y felicidad, supongo que debe ser agotador.
Son fechas en las que la gente enloquece, parece que todo es felicidad, alegría, que nunca hemos sido más buenos o que a partir de ahora vamos a serlo, que queremos a todo el mundo.
Los demás se esfuerzan por hacerte llegar esa felicidad y tú por responderla y no mostrar tu dolor.
«¡Qué pesada, siempre a cuesta con su pena y su dolor! ¡Si ya han pasado tantos años! La vida sigue. Anímate, a ella le hubiera gustado. A ella no le gustaría verte así. Está en el cielo»…. Son miles de frases como estas, las que recibimos en estos días. Todas ellascon buena voluntad, con deseo de aliviar nuestra ausencia, con mucho cariño y amor, pero como dice uno de los personajes de «Criadas y señoras», –«Cien años no serían suficientes…»
Por eso, perdonadme que no os felicite la navidad. Lo haré en el nuevo año, pero ahora no.
Hoy me salía en el recordatorio de la única red que utilizo, este pensamiento que expresé hace dos años: A veces, de repente, me paro, pienso, digo, no puede ser, y cuando todo parecía que iba bien, que ya había pasado, se vuelve como una pescadilla que se muerde la cola y me doy cuenta de lo que me ha pasado. Esto no se puede superar. Ni acostumbrarse. La única forma es emborracharse de trabajo para no tener tiempo de pensar.
Poco antes de leerlo este fue el que tuve: No me lo creo, no me puede estar pasando esto a mí.
Sí, hace catorce navidades que no celebramos. Hace catorce navidades que nos alegramos con la felicidad de los demás, aunque por dentro estemos llorando. Hace catorce años que no existimos, para no manchar con nuestra tristeza, porque ya no tenemos nada que celebrar. Y podemos hacerlo porque no hay más hijos, por eso, admiro el esfuerzo de otros padres.
Dice el escritor, poeta y mi paisano, Manuel Juliá, que no hay navidad sin recuerdos. Y yo digo, mi querida hija, sin ti no hay navidad.
«Y es ya el olor a navidad quien me rescata las huellas de lo que murió con el tiempo…
…Y como humano que soy, recuerdo y siento que casi todo lo que sucede es una maravillosa excusa para volver a sentir lo que ya nunca será. Salvo que quizás lo perdido habite donde el tiempo no exista, esperando. Quizá.»
No hay navidad sin recuerdos. “Cuarenta Latidos”. Manuel Juliá Dorado.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor con alcohol.