¿A quién le importan nuestros muertos?
Es difícil ponerse en el lugar del otro y más aún cuando de lo que se trata es de sentir o imaginarse el dolor que está sintiendo la otra persona. Por eso, hay pocas personas a las que le duelen los muertos de otros.
Pero, como en todo, los muertos tienen también distintas clases y categorías.
Las víctimas de accidentes de tráfico, la mayoría de mal llamados accidentes de tráfico, pues muy pocos se producen por problemas con la máquina y sí por problemas con el conductor, apenas se les denomina o se les consideran víctimas con la importancia, relevancia, respeto, estima y parafernalia que puede conllevar otro tipo de víctima.
Siempre puede quedar la duda ¿Fue el culpable?, ¿Cómo iría? Se despistaría, etc., pero lo último que me faltaba es que en vez de hacer algo para que los muertos sean cada vez menos, pongamos todas las pegas del mundo porque lo que los unos hacen para los otros está mal. Simplemente porque lo que se lleva es llevar la contraria, sea quien sea, siempre que sea del signo contrario.
Pero los muertos no tienen signo, son muertos, nuestros muertos, padres, hijos, maridos y esposas, amigos, que, puede que sean del PP o del PSOE o, en gran mayoría, pertenecientes a la mayoría silenciosa que se aguanta con lo que hace o deshace el gobernante de turno.
Por eso me duele y me ha dolido tanto la última actualidad, máxime cuando mi hija murió por el alcohol que otro tomó.
Si al presunto culpable de la muerte de mi hija, alguien le hubiera dicho «no bebas más que tienes que conducir», «vale macho, ya está bien» o simplemente si él hubiera recordado «si bebes no conduzcas», mi hija, es muy probable que hoy estuviera viva.
Mi hija sí estaba advertida, por eso ella no mató a nadie.
Pero qué es esto, ¿Qué clase de sociedad tenemos y estamos permitiendo?. Cada uno puede hacer lo que le venga en gana, beber lo que quiera, matar a quien quiera, conducir cómo quiera.
Claro que mi hija me duele a mí, a otros no, porque no era su hija.
Ya sólo me falta que me digan, pues jo….