Como el título de la convocatoria de ajedrez, nos hemos hecho veteranos. Hacía 34 años que habíamos ido por primera vez a Mallorca: por entonces, el viaje de novios no era a Punta Cana, Bali o cosas así, lo más exótico era Mallorca o Canarias.
Casi no recordaba lo bonita que es esa Isla y lo agradable que son sus moradores.
Esta vez era un viaje de amigos, acompañando a nuestro amigo ajedrecista, Alberto. Un viaje querido pero con la falta de entusiasmo que se produce desde que falta Helena. Y mientras nuestro amigo jugaba, nosotros volvíamos a visitar lugares recordados con felicidad. ¡Lástima que Helena nunca estuvo aquí!
Ahora más que nunca recuerdo la famosa frase de mi suegro: En una vida hay muchas vidas. Cuánta razón. Qué felicidad en nuestro primer viaje a Mallorca y cuanta ausencia ahora.
Y nuestro amigo fue ganando partida a partida hasta el final. Y me dio tema hasta para un relato que quizás algún día escriba sobre el mundo del ajedrez. Y otro pequeñito que hice durante una de las sesiones, cuando se enfrentaba al Gran Maestro de España, Juan Manuel Bellón. Alberto luchó como un jabato pero no pudo con el GM, que así se dice. ¡Pero quedó el segundo! Eso sí, empatado con Francisco López Colón, con los mismos puntos. Y en el desempate por sorteo le toco el tercer puesto.
(Alberto es el más alto, el de rosita. Aparecen también, la Alcaldesa de Alcudia, concejales, presidente de Federación Española y Balear, campeones, etc.)
Había merecido la pena acompañarle y ver la entrega de trofeos, que para más casualidades de la vida, yo digo que es la representación de una cala, las calas de Helena. A mí me lo parece.
Enhorabuena a todos pero especialmente a nuestro amigo Alberto Emilio Pastor Alonso de Prado, que se vio la cara con los mejores y compartió liderazgo.
Gracias, amigos, por hacer todo lo posible para que nos sigamos sintiendo vivos, a pesar de las circunstancias.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.