Helena se encontraba en su penúltimo año de carrera, estudiando en La Haya, con una mísera beca Erasmus, y los ahorros que sus padres habían conseguido guardar desde que ella nació, cuando encontró la muerte.
Había venido a pasar unos días y le faltaban tan solo tres para volver a La Haya. Por eso hoy, cuando conocía el desenlace del juicio sobre la historia de Meredith, no podía por menos que pensar en esos padres.
Meredith Kercher era una estudiante británica que hace cuatro años llegó a Perugia, con una beca Erasmus y que no regresó a su país porque fue violada y asesinada. Algunos dicen que fue una fiesta, una orgia de sexo y drogas, y yo no tengo ningún dato ni interés de justificar a unos o responsabilizar a otros. Sólo sé que para muchos jóvenes es una etapa de liberación de los padres y contacto con muchas cosas que estando en casa sería más fácil de controlar. Pero sé, también, que para otros muchos jóvenes es una experiencia enriquecedora y una práctica de responsabilidad en solitario.
Por supuesto que algunos jóvenes tienen más libertad para drogarse o para practicar sexo pero los hay que lo harían también en casa y los que tampoco lo hacen en casa.
Leyendo algunas declaraciones sobre Meredith, «era una chica alegre y jovial…», «a Mez (así la llamaban), le gustaba bailar… nos hacía reír», «Era muy divertida y tenía un afilado sentido del humor…» me parecía estar oyendo descripciones de Helena. Son descripciones que definen a cualquier joven de esa edad y en ese momento de la vida.
Pero eso no da derecho a quitar la vida a una persona.
(Visto en elpais.com. Mereddith KercherTed S. Warren (AP)
Pero lo más triste e indignante de toda esta historia es que los condenados como culpables de la muerte de Meredith, su compañera de apartamento y el novio de ésta, han salido libres, y los fiscales dicen que no van a buscar nuevas pruebas, porque los culpables de la muerte de Meredith son estas personas que han quedado en libertad.
Una vez más, la justicia no sabe, se confunde, se olvida, se maneja, se pierde… y unos padres se encuentran con la impotencia de no hallar a los culpables, de no encontrar resarcimiento, que ya no hablo de consuelo.
Estupefacientes, posiblemente alcohol, un fuerte juego sexual y una joven muerta con saña. ¿Qué le pasa a la juventud? ¿Qué mundo estamos dejando?
Mi solidaridad con estos padres. Y con Adela, madre de Gabriel. Con los padres de Sandra Palo. Con los padres de Mariluz. Con los padres de Marta. Y con tantos padres que pierden a sus hijos por la acción de gente mala, muy mala. Asesinados.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.