Primero fue nuestra hija, sin darnos tiempo a despedirnos, después fueron los padres, completando el ciclo de la vida, y ahora, nuestro amigo José María.
Él junto con Rosita, siempre estuvieron ahí en nuestros peores momentos con la pérdida de nuestra hija. Ellos también sabían lo que era la pérdida de un hijo. En ellos, casi recién nacido, pero no por ello más deseado, esperado y querido.
Pero la vida les premió con otros tres hijos, dos de ellos mellizos. «Los huesitos», como les llamaba mi hija.
A José María le debemos los mejores montajes fotográficos de Helena. Era un experto en photoshop, y la quiniela de todas las semanas, que ahora se queda huérfana.
El era el que ponía el acento andaluz en las reuniones de amigos, siempre haciendo patria, conversador polémico, fumador incansable y eterno colchonero.
Pero una vez más, ese dicho del abuelo de mi marido: no me voy a morir en toda mi vida, se cumplió, y la muerte, siempre inoportuna, puso final demasiado pronto a esa vida.
A pesar de su lucha con la enfermedad, tuvo tiempo para conocer a su preciosa nieta y aguantarnos a los amigos, cuando ya no tenía muchas fuerzas.
Descansa, amigo, compañero del metal. Nos vemos en un rato.
Con todo el cariño, a José María Hueso Hermoso.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, y el resto de amigos.
Gracias, Flor. Un besazo muy grande…