Estaba asustada, muy asustada. La incertidumbre de lo desconocido. Era una niña adulta, con todos los cursos realizados, con todas las lecturas hechas, pero con la ignorancia de lo no vivido.
Llevaba tres días esperándote. Eso decían los expertos. Yo creo que llevaba toda la vida, desde que jugaba con muñecas, pero tenía miedo, mucho miedo.
Y llegaste, con la piel arrugadita.
Y nos presentaron. Una presentación húmeda. Te arropé con mis muñecas, no me atreví a utilizar las manos, y las muñecas se quedaron marcadas de rojo. ¡Ay, cuantas veces me ha venido esa imagen de las muñecas manchadas de sangre!
Hoy quería encontrar un poema alegre para celebrar esos 31 años, entre los poemas que escriben los que tienen las palabras que a mí me faltan, pero todos los que encontraba y expresaban mi estado eran tristes, como yo.
Pero no podía utilizar un poema triste para celebrar el don de haberte tenido, la alegría de tu llegada, el mejor regalo que me hizo la vida. He buscado y buscado y he encontrado este brindis. Un brindis especial, su título ya lo anuncia. Para mí, por la felicidad pasada, por la aniquilación recibida un día de abril, cruel como una mañana de primavera:
Al final o al principio
brinda por la esperanza
de todo lo que se agota
por las horas que no amas y sin embargo te atenazan
en un tiempo que jamás habías imaginado.
Brinda con una copa de vino y siente
que se despiertan los ojos por todos los espacios
y nace una energía vital desconocida
en la escasez o desmesura de la ausencia, también
en la senda de tumbas que tiene el olvido.
Brinda aunque la felicidad
se convierta en un secreto indescifrable
en un cuerpo que rechaza tus besos y te empuja
al lugar de donde viven los desterrados
recorriendo un laberinto que nunca se acaba
siguiendo una luz
siguiendo una sombra, siguiendo el sonido
de una carne que se acerca con el ruido de un río
que se bebe de pronto las miserias
y las lleva hasta el mar.
Brinda por las mañanas que no quieren despertarse
Y todos los tesoros que no saben emerger de la
laguna
por la ficción desorientada
de una madre que no sabe cuándo
regresan los hijos de la guerra
con el corazón sin músculos, maquillados con barro.
Brinda por la flores mendigas del jardín
que se esconden
y el olor de la niebla en las piedras
que todavía se despiertan
atravesadas por el silencio.
Brindis o Aniquilación. Manuel Juliá. Sobre el volcán la flor.
Querida hija, esa foto que inicia esta carta de felicidad y dolor, la encontré entre tus papeles. Supongo que te la envió la firma comercial a la que pediste el edredón que te querías llevar a Holanda. Ese pedido que hiciste con tanta urgencia y que por esa entrega urgente te cobraron un porrón, y yo te eché en cara.
Ahora me parece que te cobraron poco por este tesoro que he encontrado.
Felicidades, Helena, mi querida hija, mi hada. Muchas de tus amigas son madres. ¡Qué feliz abuela podría ser! ¡Qué pena la mía!
Espero que en el “país infinito” estés rodeada de farolillos, de papelillos de colores, de dulces caramelos, de cintas de raso, de animalitos, celebrando tu cumple.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, que murió por el alcohol que otro tomó.
Besos GORDOS Flor
Un abrazo, amiga. No tengo más palabras.
Soy ingles y en Inglaterra decimos «Don’t Drink And Drive» o en espanol
SI BEBES NO CONDUZCAS
Para nosotros, las mamas, y para todo es muy importante. Ten cuidado y va bien.
Gracias, Christine, sí vambia el idioma pero el resultado es el mismo: muerte. Si bebes no conduzcas, en cualquier país, en cualquier idioma. Un abrazo Chistine.