La salud y la pérdida de un hijo


Normalmente, y siempre se dice, no nos damos cuenta de lo importante que es la salud, hasta que se pierde.

Y a lo largo de nuestra vida la perdemos y recuperamos con cierta facilidad y normalidad. Pero no pasa lo mismo cuando ha habido por medio una pérdida, porque el sentimiento de pena hace mella en nuestra salud física.

Conozco muchos casos de padres y madres que han enfermado a raíz de la pérdida de un hijo. Muchos de ellos con enfermedades de las llamadas raras o autoinmunes.

Cualquier pérdida produce un efecto emocional de distinta consideración y magnitud en cada uno de nosotros, pero cuando se trata de un hijo, el shock es tan tremendo que en nuestro interior se debe producir tal caos que termina por afectar a la maquinaria.

Y nuestra vulnerabilidad se hace más patente, y nuestra recuperación más difícil, y la añoranza de nuestros hijos, en los momentos de falta de salud, más acuciante.

Será porque es cuando más necesitas el apoyo y la compañía de un hijo, aunque siempre están ahí haciendo un quite los amigos o la familia, pero no es lo mismo.

Cada momento de enfermedad que sufre cualquier persona, con una salud normal, termina por ser un arañazo en la carrocería, pero para los que hemos perdido a nuestros hijos suele ser un nuevo zarpazo que nos deja una profunda cicatriz, que nos acerca más a un triste final.

Siempre recordaré varios comentarios de muy al principio de mi dolor. Uno era de unos vecinos que conocían a otros padres que habían perdido a un hijo y comentaban: esos padres estuvieron ya siempre enfermos. El otro, fue un comentario en uno de mis blogs de un sobrino sobre su tía que también había perdido un hijo en accidente de tráfico: mi tía nunca fue ya igual. Hoy por fin ha muerto para reunirse con él, que fue lo que siempre quiso.

Aunque en los primeros momentos siempre decimos y sentimos cosas así como me quiero morir, quiero ir con él, para qué seguir viviendo, etc., nadie se muere, y menos mal que muchos de vosotros no habéis muerto, porque existen otros hijos a los que querer, cuidar, y seguir vivos por y para ellos. Y los que no tenemos más hijos, cuando ya ha pasado tiempo, tampoco quieres morir, porque la muerte es fea, negra, duele, y sabed que, como decía mi psicóloga, ni siquiera los que se quitan la vida quieren morir .

¿Y quién te ha dicho a ti que, aunque mueras, vas a volver a estar con tu hijo o hija?

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por un conductor borracho.

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Acerca de Flor Zapata

Desde Abril de 2005, soy Flor Zapata, madre de Helena. Ese es mi pie de firma desde que escribo para concienciar sobre los peligros de una conducción no responsable.
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