Las otras madres

Cuando perdemos a uno de nuestros hijos hay otras madres que también sufren esa pérdida pero es tan grande nuestro dolor que no podemos ver el que sufren ellas.

Nuestras propias madres pasan a un segundo lugar y, en algunas ocasiones, sin quererlo, casi les reprochamos que ellas sigan aquí y nuestros hijos se hayan ido.

Mi madre, cuando perdimos a Helena, no solo se quedó sin una nieta a la que llamaba cuando tenía alguna duda sobre los deberes que tenía que hacer de su clase de alfabetización con casi 80 años, también perdió a una hija. Estoy convencida de que la demencia que ahora sufre tuvo su origen en ese dolor tan inmenso de ver a una hija perdida y loca de dolor y a su amada nieta muerta. En el ocaso de una vida este puede ser más que motivo para perder la cabeza.

En la pasada reunión de“Madres sin hijos. Dolor Compartido” hubo una madre que dijo que ella no había perdido a dos hijos sino a cuatro: sus dos hijos y sus nueras que eran dos hijas más. Y hoy, una madre que no asistió a la reunión porque yo en un inútil intento de no hacerla sufrir no la invité, me hacía ver en este mismo sentido, que algunas madres no pierden a su futura o actual nuera, sino que pierden a alguien que para ellas es una hija más.

Inés es la madre de Álvaro, el amor de mi hija. Ella me ha demostrado en muchas ocasiones que quería enormemente a Helena y que no la olvida. Ella es madres de un hijo y una hija y nunca se ha considerado afortunada porque su hijo se salvara, porque sentía la pérdida de Helena como si de una hija se tratara. Hoy me decía que cuánto le hubiera gustado estar en esa reunión, y mi primera intención fue decírselo pero, hasta los que hemos sufrido pérdidas lo hacemos mal: pensamos que si nos apartamos de algunas personas con ello les evitaremos dolor, pero es una tontería, porque aunque no se hable, aunque no te veas, aunque pasen los días y los años, hay personas que querían a nuestros hijos y nunca les van a olvidar.

La noche que aún no podíamos creer que hubiéramos perdido a Helena conocimos a Inés y a su marido. Helena y Álvaro se conocían desde el colegio y salía desde los 16 años pero muy prudentemente llevaban su amor sin mezclar familias, eran demasiado jóvenes. Esa noche, dejaron a su hijo herido en el hospital, vinieron a casa, compartimos dolor, y supimos del amor que le profesaban a nuestra hija.

Es lógico que aquellos que compartían vida y amor con nuestros hijos sigan su vida, y aunque nos parezca que pronto les olvidaron, porque algunos encuentran nuevas parejas, debemos ser generosos y desearles lo mejor y que rehagan sus vidas por el amor que les tuvieron nuestros hijos. Seguro que ellos no pretenderían que murieran con ellos.

Alguna vez se lo he dicho a Álvaro: «¡que se te está pasando el arroz y tú tienes que darme los nietos que ya no podré tener!».

Querida Inés, perdóname, quise evitarte el dolor de compartir nuestras pérdidas, o tal vez lo hice por las otras madres, para que no sintieran envidia de ti, o porque el dolor nos vuelve egoístas y no pensamos en el que siente las otras madres.

Siento que no pudieras conocer a Diana, a ti que también tanto te gusta. Sabes que te quiero.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.

Publicado miércoles, 06 de julio de 2011 17:48 por FZ madredHelena.
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Acerca de Flor Zapata

Desde Abril de 2005, soy Flor Zapata, madre de Helena. Ese es mi pie de firma desde que escribo para concienciar sobre los peligros de una conducción no responsable.
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