Debería haber escrito, «Manolo cumpliría 34 años», porque su vida se terminó cuando una conductora con alcohol se llevó su vida cuando Manolo bajaba de un taxi, pero creo que para Gracia, madre de Manolo, como para todas las madres que hemos perdido a nuestros hijos, cada cumpleaños, nuestros hijos cumplen un año más.
Sus rostros se quedarán parados en las múltiples fotos que pueblan nuestras casas. Son los únicos seres que nunca envejecerán. Sólo el papel que soporta su imagen, e incluso, ahora, con las nuevas tecnologías, ni tan siquiera eso.
Allí está ese niño solo
jugando con un gato herido
no tiene miedo y le acaricia las garras
mientras el gato esconde toda su sed de violencia
en un corralón quemado
por los momentos que se extinguen.
Allí esta ese niño quieto
en su puesto de centinela del futuro
mirando la estela azul de un cielo que ya no le mira
mientras cierra los ojos para sentir
que en la profundidad de los días venideros
los gatos serán tigres yendo y viniendo
y los paisajes nocturnos
chispazos de ausencia
de lo que será después, en la última casa…
(Metamorfosis. “Sobre el volcán la flor”. Manuel Juliá)
Flor zapata Ruiz, madre de Helena.