Para mí, y ya lo he dicho más veces, creo que el peor día de todas las navidades es el día de los Reyes Magos. Y no es porque eche en falta los regalos, que también, sino porque en ese día, la ausencia de mi hija es aún mayor.
Durante años he tratado de seguir con la tradición. He jugado a escribir la carta a los reyes, algo de lo que se encargaba ella. He bromeado con regalos simplemente con mensajes. He pedido milagros relacionados con la Seguridad Vial, y así han ido pasando años. Hasta once. Y en el año doce, he dicho, se acabó. Bueno, en realidad llevo tiempo diciéndolo. Ni carta virtual, ni de broma, ni de veras, nada de nada.
Pero desde esta mañana no he parado de recibir mensajes. Algunos preciosos, como el poema de Miguel Hernández, que me ha escrito la periodista Nuria Tesón, para hacerme ver que no soy la única que no he recibido regalo de los Reyes Magos:
‘LAS ABARCAS DESIERTAS’, de Miguel Hernández
Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.
Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.
Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.
Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.
Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.
Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.
Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.
Toda la gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.
Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y un mundo de miel.
Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.
Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.
Luego he visto una película preciosa, basada en el libro de David Mitchell, «El Atlas de las nubes», llena de frases muy importantes: Nuestra vida no nos pertenece, del vientre a la tumba, estamos unidos a otros, en el pasado y en el presente. Y con cada crimen que cometemos, y con cada gesto amable, formamos nuestro futuro. O esta otra: Tienes que hacer lo que no puedes dejar de hacer.
Y casi para terminar el día, he tomado un libro de Helena (Memorias de África), que es una de mis películas favoritas, pero que hasta ahora no había leído, y me encuentro con este marca página.
«I like you just the way you are». No sé mucho inglés, pero creo que debe decir algo así como «Me gustas tal como eres».
Sí, efectivamente, ha sido un día de muchos mensajes.
Queridos reyes magos: gracias por los regalos.
Querida Helena: gracias, por tus regalos. Te quiero, mi vida.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor con alcohol.