Siete años sin Helena. Sin su presencia, sin su sonrisa, sin su alegría, sin besos y caricias.
Siete años de tristeza, pena, melancolía.
Siete años que pesan como siete siglos. Nunca el tiempo fue tan largo, tan denso, tan eterno.
Siete, siete, mi número preferido, antes, ahora maldecido.
Querida hija, Nieves, mi compañera de taller de escritura, nos ha hecho un poema, ya sabes que los versos son palabras mayores, y aunque desde que te apartaron de mi vera me he vuelto muy atrevida, los versos se me resisten, por eso siempre acudo a las palabras que juntan los demás, para expresar mis sentimientos.
Pero ni con los versos soy capaz de decir todo lo que siento, porque no hay palabras suficientes para arrancar de lo más profundo del corazón este dolor inmenso.
Gracias, por tus regalos, esos que dicen las madres que nos vais poniendo. Hoy he encontrado en la caja de costura de la abuela María, una de tus tarjetas monedero de Holanda, ese monedero electrónico, tan moderno, que tu recargabas para tantas cosas. Se ve que se la diste a ella porque estaba gastada, para que la tuviera de recuerdo. Como os echo en falta a las dos, mi pasado y mi futuro.
Lo tuve todo, ahora no tengo nada, que dice el poema de Manuel Juliá.
Quiero pensar que lo que dice Nieves es verdad:
MI VIDA
Dicen que has muerto,
pero yo, te siento tan viva…
En la soledad de la noche
escucho tu silencio, y
me miras, me sonríes,
tus risas son mis alegría.
Dicen que has muerto,
pero yo, te siento tan viva…
Cuándo amanece y
el sol acaricia mi cara.
Es tu mano la que siento,
tu piel la que me abraza.
Dicen que has muerto,
pero yo, te siento tan viva…
Son tus ojos, tu pelo,
tu aroma el que me embriaga,
cuándo contemplo tus fotos
y me abrazas por la espalda.
Dicen que has muerto,
pero yo, te siento tan viva…
Qué sabrán ellos si
tú, no eres su hija.
Si nadie te parió salvo yo,
si nadie te dio la vida.
Dicen que has muerto
¡Mentira, todo mentira!
Puesto que a mi lado andas,
junto a mí siempre caminas.
En tus hombros yo me apoyo
y en tu recuerdo, mi niña,
vivo más que cualquier ser
ya que tú, eres mi vida.
Nieves Gallardo Cañaveras (Dedicado a Helena y a su madre Flor Zapata)
Mi querida hija, mi hija preferida, como cuando me pedias que te dijera que te quería y yo te decía que eras mi hija preferida, y tú te enfadabas, eres mi vida. Antes, mi vida alegre. Ahora, mi triste vida.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor con alcohol.