Querida hija: Feliz cumple sin velas. Treinta y seis, probablemente ya me habrías hecho abuela, pero no se trata de lo que yo no pude ser, sino de lo que tú no pudiste vivir, lo que te arrebataron.
Hace treinta y seis años yo estaba muy asustada, y preocupada. Y no era por el riesgo que pudiera correr, era la preocupación normal de una madre: estará todo bien.
Entonces, no se hacían tantas pruebas ni ecografías como hoy en día. Creo que a mí solo me hicieron una a los siete meses y entonces fue cuando me enteré que eras una niña.
Te recibí temblando y llorando por el esfuerzo realizado. Te abracé con miedo y mis muñecas quedaron manchadas. Y desde ese preciso momento, mi vida, nuestras vidas, cambiaron. Nada volvió a tener tantas importancia como tú. Toda nuestra vida giraba en torno a ti. Nuestro objetivo y nuestra vida eras tú. Eras lo más importante. Y lo sigues siendo. Pero, ahora, la pena es inmensa.
No sé cuantas veces digo, al cabo del día, ¡ay, qué pena! Se ha convertido en un tic, un latiguillo, ya ni me doy cuenta de que lo digo. Nada que ver con el sentimiento con el que te recibimos.
Querida hija, eres lo más importante que nos ha pasado en nuestra vida, un día, hace treinta y seis años. Y ahora, quince años después, dieciséis cumples sin velas, ya nada tiene sentido, solo estamos haciendo tiempo para llegar al final.
Siempre serás nuestra hija favorita, como te decía para hacerte de rabiar. Y siempre, eternamente joven, porque el tiempo se paró en las fotos, igual que se nos congeló la verdadera felicidad.
Y seguimos queriéndote como ese primer día que viste la luz, o quizás más.
Después de las innumerables calas que han dado las macetas, hoy todavía hay una para acompañar nuestra tristeza.
Siempre joven. Eternamente joven. Siempre nuestra hija. Y nos hubiera gustado que vivieras eternamente. Tú deberías habernos enterrado, nunca al revés. Y nos faltan tus besos. Te queremos.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por culpa de un conductor borracho.
Un fuerte abrazo Flor con todo mi cariño
Muchas gracias. Besitos.
Besos al cielo para Helena. No es de extrañar que fuera vuestra favorita, porque a pesar de no haberla conocido, sólo a través de vuestras palabras, es especial y única.
Un fuerte abrazo Flor y José María
Gracias. Besitos.
Cuánto nos hace sufrir el pensar “cómo estaríais ahora”..qué pena Flor