Los guardianes del fuego. Un cuento para Ruth Ortiz

Este cuento está dedicado a Ruth Ortiz, la madre de Ruth y José.Es probable que ella jamás lo lea. Como ha sucedido con otras madres o madres de víctimas de accidentes de tráfico, algunas me encuentran y otras no, porque somos tantas las madres sin hijos que es difícil llegar a contactar con todas.
Ruth y el caso de sus hijitos, me impactó como a la gran mayoría de esta sociedad, y  aunque desde
el principio tuve un mal presagio, siempre quise pensar que aparecerían.
Me gustó la idea del lazo verde, un lazo de esperanza,porque me recordaba a mis inicios con el  lazo naranja. Y una vez más, no me sorprendió la fuerza y el tesón de una madre, porque para una madre no hay descanso, ni habrá, hasta encontrar o saber dónde están (estaban), qué pasó, ni hasta que se
haga justicia.
Ruth y José, como anteriormente Sandra Palo,  Mariluz o Marta del Castillo, son solo ejemplos y resultado de la acción de verdaderos monstruos, de la maldad que existe en este mundo.  Y como otros muchos casos que conozco de víctimas de accidentes, una vez más, son los padres los que tienen que indagar, investigar y descubrir lo que pasó.
La dedicatoria de este blog, una vez más, se hace presente en este caso:Dedicado a todas las Madres,
que han perdido a sus hijos,
Por la acción de otros,
Por la omisión de tantos,
Por la culpa de todos…
Querida Ruth, quisiera ayudarte, consolarte, pero no hay consuelo, solamente canalizar tu rabia y dolor en algo provechoso.
Con este sencillo cuento he deseado hacer un homenaje a tus hijos, y no nos vamos a engañar, mientras que lo escribía, conseguía vivir. Tenemos que aferrarnos a pequeñas cosas para conseguir sobrevivir, porque aunque quieres morir, no te mueres.
Con la escritura he conseguido hacer mi terapia particular y revivir a mi hija, el hada Helena. Sus cuentos son una forma de traerla a la vida una y otra vez. Ojalá tú encuentres la manera de sobrevivir.
Espero que te guste la ocurrencia de convertir a tus hijitos en dos lindos gatitos. No me preguntes cómo elijo los animales, o el motivo que representa a cada uno de los personajes del hada Helena, pero  los padres suelen encontrar coincidencias con aquellas cosas que les gustaban a sus hijos.
Querida madre sin hijos, ellos siempre van a ser tus hijos,seguro, y tú nos tendrás a nosotras, otras madres sin hijos. Un fuerte abrazo.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor con alcohol.
 
«Los guardianes del fuego»
 
 
 
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena
Septiembre de 2012
 
omo cada mañana, el rey Melenao se había reunido con sus colaboradores. Estaban todos, el guardián del ventanal, la cuidadora del columpio, el de los pasos de cebra, algunos ángeles y estrellas y el hada Helena.
 
En esas reuniones se planificaban nuevas ocupaciones, se proponían nuevos candidatos para realizar tareas de salvación y, en algunos momentos, el rey  podía dar un toquecito a él que hubiera abandonado su labor en algún momento.
 
-Bien, hoy vamos a hablar de nuevos rescates. Como sabéis, no podemos hacerlo hasta que sus familiares se han convencido de que se han marchado y no volverán o hayan tenido tiempo de decirles adiós.  Así pues, hoy vamos a traer hasta aquí a Ruth y José.
 
La cara de Diego, Julia y Juan era un poema. Sus bocas se abrieron enormemente y todos quisieron formular una pregunta, pero solo fue el guardián del ventanal quien la pronunció
– ¿Qué?
 
(Diego el guardián del ventanal)
 
-Si, sí, ya sé que no es tarea fácil después de lo que hizo el ogro con ellos, pero para nosotros no hay nada imposible. Bueno, solo una cosa no es posible, devolverlos o devolveros a la otra orilla.
 
Y de esta última tarea te va a encargar tú, hada Helena.
(El hada Helena según Pilar)
 
-¿Yo?
-Sí, tú. Cuando estés en el horrible lugar sabrás cómo hacerlo.
-Pero… yo…
-No dudes. Sabrás y podrás. Has hecho cosas más difíciles. Por desgracia, en este caso como en el de Diego, solo podrás actuar de porteadora.
 
Y diciendo esto, abandono su trono, dio una palmada y dijo- todos a trabajar. Y cada uno, incrédulos pero esperanzados, se marcharon a sus diferentes puestos.
 
Así fue como el osito Diego, desde su ventanal, vio que el hada Helena emprendía vuelo y se ocultaba bajo las nubes blancas que, ese día, se extendían bajo el ventanal.
 
Las alas de Helena se batían con fuerza para llegar cuanto antes a su destino, tenía muchas ganas de ver a esos pequeños que durante 11 meses habían estado desaparecidos para su pobre madre, aunque, de donde venía ella, sabían perfectamente dónde estaban.
 
Cuando llego a su destino, recorrió con la mirada la cantidad de mensajes que,  las personas de bien, habían dejado bajo esos muros blancos, donde los mortales suponían que habían muerto Ruth y José, a manos del ogro. Aquellas personas que no entendían cómo podía haber ocurrido una cosa así.
 
Primero se posó sobre el muro que encerraba un campo de naranjos. Desde allí, divisó unos pequeños restos de fuego, voló hasta allí y se posó en el suelo. Entonces, su bello y joven cuerpo se hizo visible, sus alas se hicieron más grandes y comenzaron a aletear fuertemente, produciendo un tibio y agradable viento. A la vez, y todo ello sin voluntad propia, sus labios se unieron como lo hacía cuando pedía besos y de ellos salió un fuerte soplo.
 
El viento producido por alas y boca comenzó a reunir las cenizas que quedaban esparcidas en aquel lugar. Primero fue un pequeño montecito, después se fue haciendo más grande y de repente se comenzó a dividir iniciándose un nuevo revuelo de cenizas. Parecía que con la fuerza de ese viento las cenizas iban a desaparecer, pero no fue así.
 
De esos pequeños montículos comenzaron a emerger dos pequeñas formas que cada vez se hacían más definidas y nítidas. Por fin las alas dejaron de batir y los labios de soplar y Helena fue la primera sorprendida: dos pequeños gatitos, blancos, uno con toques de color canela y en el otro oscuros, estaban ahora en el lugar de las cenizas.
 
 
Ambos tenían un lacito por el que el hada Helena dedujo que eran gato y gata. La gatita que llevaba el lazo rosa era de mayor tamaño que el otro. Estaban muy juntitos y parecía que la gatita quería proteger al pequeño.
 
¡Hola, soy Helena! -Dijo sonriente.  El hada cuando emprendió su viaje no tenía ni idea de cómo conseguiría reunirlos y llevarlos hasta más allá de las nubes.
 
Los dos gatitos respondieron con un suave ¡miau!,  juntándose aún más.
 
Fue entonces cuando el hada cayó en la cuenta de cómo transportaría a dos gatitos. Hasta ese momento, los recates habían sido de uno en uno. Recordaba el del osito Diego, en el río, como tomándole por el lomo voló con él, pero estos eran dos.
 
 
(El hada Helena y Diego. Imagen encontrada por la Cazadora de ángeles y hadas)
 
Miró a un lado y otro buscando algo que le ayudara. Enseguida, sonrió feliz. Se acercó al primer naranjo y arrancó una pequeña y verde ramita llenas de hojas. Después voló hasta el siguiente y la anudo a otra de las mismas características, y de allí al siguiente.
 
Cuando había recorrido varios árboles pensó que ya tenía bastante. Volvió donde estaban los gatitos e intentó unirlos rodeándolos con esas verdes ramitas y ante el miedo de los gatitos y el estupor del hada, las ramas se convirtieron en una suave y firme cinta verde, de seda, que parecía adquirir vida propia y, en un segundo, formó una especie de cesta rematada por tres cintas que se unían en un gran lazo que permanecía erguido invitando a ser tomado. El hada Helena lo asió y levantó el vuelo. El lazo verde se tensó y actuó como un paracaídas.
 
Según tomaban altura, Helena volvió la cabeza para echar un vistazo y a  sus pies observó que el lugar de donde había recuperado a esos dos lindos gatitos, un lugar lleno de naranjos, aparecía gris, lúgubre, devastado. Los árboles habían perdido todas sus hojas. Ella solo había tomados las ramas de algunos y solo las más pequeñas y verdes, pero en ese momento aquellos árboles se mostraban completamente desnudos.
 
Y pronto ya no pudo ver nada porque el hada y los gatitos entraron en unas nubes blancas, algodonosas y todo desapareció bajo sus pies. Al contrario, sus cabezas se despejaron y comenzó a aparecer un cielo azul y una larga escalera al fondo.
 
El cuerpo joven y hermoso del hada comenzó a transformarse y volvió a convertirse en una mariposa. La cesta en la que habían viajado los gatitos, depositaba en los escalones, comenzó a deshacerse y el lazo verde y sedoso emprendió una loca carrera resbalando por ellos y desapareciendo por entre las nubes.
 
Los gatitos habían ido ascendiendo, sigilosos, hasta llegar al final de la escalera, donde encontraron un gran ventanal desde el que se divisaba pueblos, campos, casas, con gran nitidez. Allí se encontraba el osito Diego.
 
-¡Hola! ¿Sois vosotros?
-Yo soy Ruth y él es José. –Por primera vez, se había escuchado la voz de la gatita.
-Yo soy Diego, soy el guardián del ventanal, me encargo de cuidar a los niños que están en el agua. Aquí todos tenemos una misión.
 
En ese momento, Julia, bajo de su columpio y se presentó- ¡Hola, yo soy Julia! Soy un ángel y me encargo de cuidar a los niños que cruzan las calles o van en sus carritos de bebés.
(Julia en su columpio)
 
Y Juan, que hasta entonces había estado sentado junto al columpio de Julia, se levantó lentamente, llegó hasta ellos, los olió, observó, los rodeo y directamente les preguntó- ¿Vosotros no tenéis siete vidas, qué hacéis aquí?
 
(Dibujo realizado por Helena)
 
– Sí, así es, pero el ogro terminó con todas ellas, por eso estamos aquí.
-¿Siete vidas os quitó? Pues sí que es un “ogro” malo. Más que ogro es un “Monstruo”
-¿Tú eres un perro callejero? –preguntó la gatita.
No, no. Yo soy el guardián de los pasos de cebra. Yo estoy aquí  por culpa de un hipopótamo.
 
-¡Ah! ¿Y estamos seguros contigo? ¿No nos atacarás?
-Por supuesto, que estáis seguros -dijo el león que en ese momento se unió al interrogatorio-. Yo soy Melenao, rey de “el país infinito”, y aquí todos somos iguales y hermanos, solo nos diferenciamos en la labor que tenemos encomendada. Vosotros también vais a tener la vuestra.
 
Los gatitos se sintieron más cómodos al ver que allí quien mandaba era alguien que se parecía bastante a ellos.
 
-Vosotros vais a ser “los guardianes del fuego”. Tendréis un ventanal como el de Diego y podréis vigilar cualquier columna de humo, o cualquier incidente que un niño pueda tener con el fuego.
 
Y diciendo esto, el rey abandono el grupo y se dirigió a su trono.
(El rey Melenao, y el ventanal, según David)
elena, la mariposa, que le había seguido, se posó en uno de los brazos del sillón. El rey la miró, sonrió y dijo- Ves como no hay nada imposible para mi reino.
 
La mariposa aleteó, y emprendió el vuelo para reunirse con sus compañeros.
 
Ruth y José siguieron juntos, pegaditos al ventanal, intentando llevar a cabo su labor, y, de vez en cuando, abandonándola por unos instantes para  filtrarse a través de los muros de su casa y observar a su mamá.
 
–          Mamá, mamá, estamos aquí, entre las nubes, tal como tú querías.
 
Mientras sucedía todo esto, el gran lazo verde había llegado hasta el suelo. Y, en ese momento, los naranjos comenzaron a cubrirse nuevamente de hojas.
 
Desde entonces, los mortales llevan un lazo verde cuando algún niño se pierde. Un lazo de esperanza, con el deseo de que los niños aparezcan y que ningún nuevo ogro consiga quitarles la vida.
 
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
 
Flor Zapata Ruiz, madre del hada Helena
 
Notas de la autora:
 
Este humilde cuento está dedicado a Ruth Ortiz, la madre de Ruth y José, con todo mi cariño, y deseo de paliar un poquito su dolor. Como ella ha dicho, ellos están ahora entre las nubes, arropados por otros que llegaron antes: Diego, Julia, Edu, Juan, Iván, millones de ángeles y estrellas…y el hada Helena, que murió por un conductor borracho.
 
 
-Portada: El hada Helena según  Laura Hernández Castro (seis años), de A Coruña.
 
-Otros dibujos: realizados por niños de un colegio de Albacete, para el cuento de “El guardián del Ventanal”, sobre Diego, un niño muerto en la piscina de su cole.
 
-Fotos y dibujos de Helena, Diego y Julia Pertusa, “la guardiana del columpio”, una niña atropellada cuando iba en su coche de bebé.
 
-Fotos de gatitos y otras, autor desconocido para mí. Este cuento es sin ánimo de lucro, si aparecieran sus autores, que me lo hagan saber y las retiraré del cuento.
 
-Cuentos del hada Helena, inscritos en el registro de la propiedad intelectual.
 
-“Monstruo”: Persona o cosa muy fea. Persona muy cruel y perversa. Producción contra el orden regular de la naturaleza.
 
-“Ogro”: Gigante que se alimenta de carne humana. Persona feroz
 
Este cuento se finalizó el 6 de Septiembre de 2012
 
(Disculpas por la edición. Por algún tipo de problema sale todo seguido)
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Acerca de Flor Zapata

Desde Abril de 2005, soy Flor Zapata, madre de Helena. Ese es mi pie de firma desde que escribo para concienciar sobre los peligros de una conducción no responsable.
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