Carta de un padre que ha perdido a su hija

Pocas veces tengo la oportunidad de hablar, transcribir, contar, sobre los sentimientos de un padre que haya perdido a un hijo.

Este blog, casi siempre, habla de madres, pero detrás de una madre sin un hijo suele haber un padre que se esconde, que se aguanta el llanto, porque los hombres no lloran, porque los hombres son fuertes, pero que sufren.

Hoy, tengo el placer de traer hasta aquí, la carta de un padre a su hija. Se encuentra publicada en la asociación  ALAIA, asociación de ayuda a enfermos graves y personas en duelo

Conversación con mi hija Irene

7 Diciembre 2009

El día 8 de Mayo de 2008 mi hija falleció con 11 años de cáncer. Es difícil expresar lo que ocurre dentro de un padre, de una persona dañada en lo más íntimo, y una vez más me apoyaré en una canción y dejaré que ésta me sirva de guía y decir cómo estoy después de 18 meses. Esta carta sería la transcripción de una conversación imaginaria con mi hija Irene:

A veces me elevo y doy mil volteretas, creo que por  unos instantes he conseguido olvidar el hueco que dejó tu partida, pero en una de esas volteretas me reencuentro contigo, cualquier aroma, una foto, un instante ,un recuerdo, ver una mariposa es pensar en ti, uno piensa en lo que le ocurre y de repente deseo hablarte o hablar con mi gente, y otras veces me encierro tras mis puertas abiertas, esas puertas abiertas serían una máscara, un personaje que te creas para poder vivir cada día, tal vez sería más correcto decir sobrevivir, abres la puertas y no dejas entrar a nadie, no deseo que nadie pase dentro de mí, ni necesito salir… o… SÍ.

A veces te cuento por qué este silencio, pero de repente recuerdo que no es necesario que te diga nada, creo profundamente que tú siempre estás conmigo, sé que para ti ahora ya soy transparente, sientes, ves y oyes cada momento mío, sólo me queda rendirme a ti, de alguna manera eso me reconforta, saber, sentir que al menos tú sí sabes todo de mí, y aun estando en silencio me siento escuchado por ti. Entendería que cualquier persona que no esté pasando por algo similar tuviera la sensación de estar leyendo el relato de un loco, de un hombre con disociación, ja ja ja, sé que alguien sonreirá al leer este extraño “palabro”, en fin, y es que a veces soy tuyo y a veces del viento, soy tuyo porque estás dentro de mí o yo de ti, y a veces espero que el viento me adopte y me haga volar, cerrar los ojos y permitir que él me lleve, imaginar que coincidiremos en no sé muy bien dónde. A veces es un hilo lo que me une a ti y a veces son cientos, te necesito tan cerca, que no hallo consuelo ni alegría en casi nada, y hay veces, mi vida, te juro que pienso ¿por qué es tan difícil sentir como siento? A veces me enfado con el mundo, con Dios, contigo, conmigo, me esfuerzo por asumir tu ausencia física pero no es sencillo, a veces te miro, te busco y a veces te dejas sentir, te presiento, te noto.

Me prestas tus alas y vuelo contra el viento, porque sé que aún no volaremos físicamente juntos y no siempre me consuela volar “virtualmente” contigo, casi nunca me fallas y cada vez que te busco… te encuentro, pero a veces deseo ser tuyo y a veces… de  NADIE, a veces te juro de veras que siento no haberte dado mi vida entera, haberte dado sólo momentos. Pero a día de hoy aún me ocurre, no siempre consigo estar contigo, a veces mis pensamientos, mis sentimientos están dispersos, descolocados, desorganizados, ¿por qué es tan difícil vivir?… Sólo es eso, vivir.

Cuando nadie me ve puedo ser o no ser, es más fácil para mí estar contigo en la intimidad, poder ser yo, tal cual, poner el mundo al revés y volver a estar contigo. Cuando nadie me ve no me limita la piel, solos tu y yo, sin cuerpo, tan sólo dos almas que se buscan y luchan por encontrarse. Cuando nadie me ve, puedo ser tierno o tirano, puedo ser padre o huérfano de hija, puedo ser lo que me pida en ese instante mi raza.

Sabes que esta historia la escribo desde los centros de mi propia existencia, tal vez seas tú misma quien pregonas lo que tu produces en mi interior, ahora sólo tú sabes dónde me nacen las ansias, mi infinita esencia, hay cosas mías que ni yo mismo comprendo, tal vez contigo aprendí a mirarme por dentro y ahora intento comprenderme, supongo que siempre pensé que no las tenía… en fin no entiendo mi vida, sólo creo saber que cada día gracias a ti soy más sensible y cuando nadie me ve puedo estar contigo tal cual, no necesito ni luz ni taquígrafos. Así, a oscuras, tú y yo, y por favor, Irene, no enciendas la luz que aún tengo desnudos el alma y el cuerpo y todo me hace daño.

Cuando nadie me ve… tú ya sabes que pienso en ti también. Aunque la humanidad crea que el tiempo borra los recuerdos, cada día el recuerdo es mayor, tu ausencia causa más dolor y si era posible siento por ti más amor.

Cuando nadie me ve… puedo ser o no ser, puedo ser YO o ser nosotros.

Cuando nadie me ve puedo susurrarte que sólo el tiempo podrá limitarme lo que ambos compartimos.

…Y ahora que un poco me veis los demás, sabed que siempre la amaré.

Aquí tenéis un vídeo de esta canción, pinchar el enlace y… disfrutar de en mi opinión una curiosa manera de mirar hacia dentro:

http://www.youtube.com/watch?v=BE-lF-7vwDc

El padre de Irene apunta una dirección para poder escuchar esta canción. Yo he encontrado otro link en la que se puede disfrutar de mejor sonido.

Gracias, padre de Irene, por esta hermosa carta.

Observo que en ella no aparece tu nombre, quizás porque parecido a mi caso, yo comencé a ser Flor, madre de Helena cuando Helena dejo de poder llamarme «mamy». Porque nunca nos consideraremos más padres que en este momento.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.

 

Publicado martes, 08 de diciembre de 2009 8:59 por FZ madredHelena.
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Acerca de Flor Zapata

Desde Abril de 2005, soy Flor Zapata, madre de Helena. Ese es mi pie de firma desde que escribo para concienciar sobre los peligros de una conducción no responsable.
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