Carta de Guillermo a sus amigos

 Hoy se cumple un año de la desaparición de Guillermo Botella.

Meli, su madre, me contaba así como fue la situación que hizo que Guillermo un joven al que le encantaban las motos, pediera su vida: «Guillermo iba con un amigo en la moto. Un colombiano que parecía que se había picado con ellos, se tragó una señal, se cabreó, y les persiguió hasta que embistió la moto donde iban. La moto se bloqueó, y Guillermo para que no cayera, fue dando bandazos hasta que salió despedido y se estampó contra un coche parado».

  

Y éste iba a ser el cuerpo de este recordatorio. Pero, hace tan solo unos días, otra madre que también tuvo una gran pérdida, ejerció de  «Hada Madrina» y me envió una carta muy especial.

  

Era una carta de Guillermo a sus amigos, dándoles las gracias por esa amistad y pidiéndoles mesura. Esta carta me recordó mucho otra carta abierta a los jóvenes. La que yo misma escribí a los amigos de Helena, pero con intención de que les llegara a todos los jóvenes.

  

Ambas cartas tenían mucho en común. Las dos, aunque la mía estaba personalizada, a pesar de que quería ser el mensaje de Helena, tenían el deseo, el espíritu, la forma de escribir de una madre. El lenguaje de la experiencia y el paso del tiempo, el dolor y el deseo de que a otros jóvenes no les pasara lo mismo.

  

La juventud es un estado que suele curarse con el paso del tiempo. Lo que no se cura es el dolor que produce la pérdida de un hijo lleno de juventud.

  

    

Grandes amigos y amigas,
Quería expresaros mi eterna gratitud con vuestras muestras de cariño hacia mí y hacia mi familia. Sé que no está siendo fácil para vosotros esta separación, pero sabéis que no estoy lejos, estoy muy cerca, mas cerca de lo que pensáis.
Quería explicaros, que me he dado cuenta de la cantidad de tonterías que he hecho en mi vida, y que no he sabido darme cuenta de las consecuencias que podían tener. Muchos de vosotros, como yo, vivís la vida acelerados. Es divertido hacerlo así. A mi también me lo parecía. Pero mirad lo que me ha pasado. Ya no puedo volver atrás.
Ahora pienso desde arriba si ha merecido la pena. Yo creo sinceramente que no. Vivir cada minuto a tope, arriesgando, y con todos los peligros que habitualmente nos rodeaban, ya sabéis a lo que me refiero, no ha merecido la pena, para nada.
Ahora por mis tonterías, he tenido que dejaros, y si pudiera volver atrás, cambiaría drásticamente mi forma de vivir. Os he tenido que dejar, que dejar a mis padres y mis hermanos, mi futuro, mi vida, posiblemente unos hijos y una mujer, y sino lo hubiera hecho ese 21 de Agosto, hubiera sido en otro momento. Arriesgaba continuamente, y ni siquiera sé, como hubiera acabado.
Sabéis que si no hubiera muerto, me hubiera quedado cojo para toda la vida? Aunque no hubiera tenido la mala suerte de morir, me habríais visto en silla de ruedas para siempre. Me rompí el fémur, y ya era irrecuperable.
Que vida hubiera sido esta?
Me arrepiento de haberos contagiado mi exagerada forma de vivir, y os pido, en lo más hondo de mi corazón, que recapacitéis, y penséis que nada de esto merece la pena.
Todos sabéis que no estoy escribiendo esto yo, personalmente, pero se lo he pedido a mi madre, que sabe y siente exactamente lo que siento y he sentido siempre, y la pido que me ayude desde allí a daros todo el soporte que necesitáis. No os creáis, está muy acostumbrada a saberlo todo y a sufrirlo en silencio. Nada la va a sorprender. Apoyaros en ella, que todavía le quedan fuerzas.
Solo deciros que estaré en todo momento a vuestro lado, y que esas fiestas que me estáis dedicando ahora, podéis hacerlo igualmente sin descontrol. Yo os ayudaré siempre.
Un abrazo a todos los que me habéis dado esta vida tan maravillosa. Y suerte y fuerzas en el futuro.
Os quiere eternamente,
Botella.

 

(Guille)

 

Querida Meli, aquí está la carta de Guillermo. Ojalá la puedan ver muchos jóvenes. Ojalá muchos de ellos pongan un poco de mesura a los actos de su vida, consecuencia de un derroche de hormonas. Pero no creas que ese deseo evitará otras muertes. Es cierto que son jóvenes y no ven o sienten el peligro, pero eso no es motivo para ir dando golpetazos a una moto hasta que se produce el fatal desenlace. Eso no lo merece nadie, ni joven ni menos joven.

 

Un fuerte abrazo en un día como hoy.   

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, que murió por el alcohol que otro tomó.

 

Publicado viernes, 21 de agosto de 2009 7:46 por FZ_madredHelena
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Acerca de Flor Zapata

Desde Abril de 2005, soy Flor Zapata, madre de Helena. Ese es mi pie de firma desde que escribo para concienciar sobre los peligros de una conducción no responsable.
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