Cuando no hay nada que enterrar

calamayo

Siempre he dicho que, peor que perder a un hijo es no recuperar su cuerpo. Sí, porque por cultura, religión, o simplemente porque somos humanos, necesitamos ver para creer, cosas para recordar, lugares para visitar, y algo material que nos una al pasado.

A lo largo de la historia, cada pueblo ha tenido su forma de enterramiento, su rito funerario, y se puede decir que, algunos estudios sobre la evolución humana, lo hacen observando si tenían forma de enterrramiento.

Hay muchos padres que optan por incinerar a sus hijos y tener sus cenizas en casa. Para ellos es una forma de tenerlos más cercas. Cada uno asume su pérdida como mejor puede.

Pero cada vez que veo, leo, una noticia de desaparición, de muerte, de asesinato, sin posibilidad de que los padres, los familiares, puedan recuperar el cuerpo de su ser querido, mi pena parece menor comparada con la de ellos.

Así es el caso de Marta del Castillo. Esos padres tendrán un duelo eterno.

Hace unos días, coincidiendo con la lectura de el artículo publicado en El País Semanal,  «El Arte que Pudo Ser» sobre la artista fotógrafa Khadija Saye, que murió junto a su madre en la torre Grenfell, donde tantos murieron y será imposible identificar, también vi una película, no de demasiada calidad pero con un tema también en común: una catástrofe de aviación.

Aunque no me sentí identificada con los sentimientos que muestra la película, cuando pierdes a un hijo, quizás por la diferencia cultural o porque la película estaba más interesada es resolver un enigma que en reflejar el tema del duelo, me llamó la atención la forma de resolver el hecho de «cuando no hay nada para enterrar».

No es que quiera poner la película como ejemplo, no quiero ni pensar si yo no tuviera un lugar donde visitar a Helena, pero quizás pudiera dar un poquito de paz a algunas personas, la forma de solucionar el tema que preocupaba a la madre en esta película: la falta de cuerpo.

Se reunían la madre, la hermana, y la pareja de la persona fallecida en el siniestro de avión, y cada uno de ellos introducía algo del muerto que para ellos era importante: una foto, un mechón de pelo, un objeto...  ( En el 1:21:50 del  vídeo), en una urna, para después enterrarla.

El problema es cuando no puedes tener la seguridad de que esté muerto, cuando solo te confirma su muerte si ves su cuerpo, cuando es por una desaparición pero no hay certeza de si esta vivo o muerto.

Me gustó esa forma de resolverlo. Creo que yo habría hecho algo parecido. Desgraciadamente, por suerte, yo tenía el cuerpo inmóvil y frío de Helena. Ese que muchos de los que me querían, generosamente, trataban de evitar que viera y besara. Jamás me he alegrado más (que ironía), de realizar una acción. Fue como si besara una estatua de mármol, pero fue la única forma de confirmarme que era mi hija a la que habían matado. Esta vez no era un accidente más de un fin de semana. Esta vez habían matado a mi hija.

Pienso también en los padres que tuvieron que reconocer a sus hijos después de los atentados del 11-M. O los padres de las víctimas de yak 42. Otra forma de enterrar o recuperar a un hijo, durante mucho tiempo, incluso, confundidos. 

Si existe un dios, no sé cómo puede ser tan injusto para hacernos sufrir de esa forma.

Sí, como dicen los versos de Rosalía de Castro:

Tierra sobre el cadáver insepulto
antes que empiece a corromperse…, ¡tierra!
Ya el hoyo se ha cubierto, sosegaos,
bien pronto en los terrones removidos
verde y pujante crecerá la hierba.

Pero yo necesito ver esa hierba crecer. Necesito tener un lugar que visitar de vez en cuando, donde decir : hola hija, cómo estás… aunque después de pronunciar esta frase sepa perfectamente cual es su estado. Necesito un lugar que algún día recoja mi epitafio cumpliendo mi deseo.

Cada día me siento

 más huérfana,

cada día más sola,

cada día más perdida.

No tengo tu regazo,

para consolar mis penas.

Y el mío está seco,

solo y frio.

Hasta el día en que,

loca de tanto vivir,

pueda ir a reposar en otro,

a ella

que salió de mí.

“Tu regazo”. Flor Zapata Ruiz, madre de Helena..

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor con alcohol.

 

 

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Acerca de Flor Zapata

Desde Abril de 2005, soy Flor Zapata, madre de Helena. Ese es mi pie de firma desde que escribo para concienciar sobre los peligros de una conducción no responsable.
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