Otros días de verano

Ha pasado un mes desde mi última escritura. Los problemas tecnológicos me lo han impedido, más que mi estado de ánimo, que casi siempre se mejora, libera, con la escritura.

Ha sido un verano raro, triste, doloroso. Me he enfrentado a una nueva ausencia: mi madre. He estado en lugares a donde no había vuelto desde la pérdida de Helena. Es muy duro volver al lugar de veraneo de casi 20 años, donde hemos vivido tantos momentos que han ido formando y conformando toda una vida. Y esta vez, después de la pausa, faltaban las dos mujeres más importantes de mi vida: mi pasado, mi origen, y mi futuro. ¿Y cómo se puede comer eso? ¿Cómo se traga? Pues, como se hace todo desde que nuestras vidas cambiaron: sin explicación.

Y las he visto, un montón de veces, juntas, a la orilla del mar, dispuestas a entrar en el agua. De espalda, cogidas de la mano, abuela y nieta. Luego, de pronto, sentía un olor a hierba o a ceniza, y él me recordaba en lo que se habían convertido ambas. Entonces, el corazón, volvía a su ritmo normal después de la alteración que me producía esta visión. No eran ellas.

(María, con su sombrerito blanco, Helena y Tere, su amiguita)

He vuelto a estos lugares engañándome. Diciéndome que tenía que hacerlo por mis piernas. Necesitaba ese agua calentita para seguir con mi recuperación. Pero realmente no sé si era una prueba más que me he puesto para comprobar, dar fe, de que el ser humano es capaz de soportar todo lo que le echen.

Ha sido un verano extraño. Con subidas, bajadas, con ratos agradables poniendo cara a los amigos de Internet; constatando, una vez más, que el lugar más exclusivo que tiene España, y probablemente el mundo entero, aunque no conozco el mundo como para hacer tal aseveración, pero por comentarios que me han llegado, solo hay un lugar parecido pero es un lago de agua dulce: Miami (no como este lugar que es el mayor lago de agua salada de Europa, en una orilla, y en el otro lado, el Mediterráneo). Pues como decía, el lugar único con dos mares, uno de ellos con un índice de sal impresionante y con propiedades curativas, es el lugar más abandonado de este mundo, al menos, en lo que se refiere a la parte del Ayuntamiento de San Javier, que solo se ocupa de recaudar buenos impuesto y llevar a cabo las menores infraestructuras posibles.

Y para finalizar las vacaciones, un «subidón de ego»: la publicación de mi relato “Lo-cu-ra”, en la sección de Taller Literario, de los periódicos del grupo “Vocento”, en toda España, el pasado día 11 de Agosto.

Que extraños son los días de verano, cuando ya da igual que sea verano, invierno, otoño o primavera, porque lo que cambia es solo la temperatura.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.

 

Publicado martes, 16 de agosto de 2011 9:53 por FZ madredHelena.
Share this:
Share this page via Email Share this page via Stumble Upon Share this page via Digg this Share this page via Facebook Share this page via Twitter

Acerca de Flor Zapata

Desde Abril de 2005, soy Flor Zapata, madre de Helena. Ese es mi pie de firma desde que escribo para concienciar sobre los peligros de una conducción no responsable.
Esta entrada ha sido publicada en Correo sin entregar, Duelo, Historias, Mujeres, Reflexiones, Sentimientos y etiquetada como , , , . Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *