Hoy, leía esta carta titulada «Adiós a un amigo», firmada por Luis Alberto Luengos, y publicada en el diario «metro».
Es una carta de despedida al policía de Boadilla que murió el pasado día 22 en un punto negro de la carretera M-513.
Como me ha sido imposible encontrarla en la versión digital de forma que pudiera copiarla, la transcribo:
Fue en la mañana lluviosa del 22 de octubre cuando el destino nos arrebató para siempre tu vida con 44 años. Un fatídico accidente de tráfico en un maldito punto negro de la M-513 en acto de servicio de Policía Municipal de Boadilla. Tus amigos te queremos dar las gracias por como eras, por tu enorme bondad, por esa felicidad que transmitías, por lo noble y lo buena gente que eras, por todos los momentos que hemos compartido. Dejas un vacío insustituible. Cuesta mucho asumir los zarpazos que da la vida y la forma en que te hemos perdido para siempre. Te echaremos muchísimo de menos y estarás siempre en nuestros corazones. Gracias por haber existido y haber podido compartir contigo nuestra amistad. Te queremos. A nuestro gran amigo, Eduardo Asenjo Carrasco, donde quiera que estés. Luis Alberto Luengos.
Me recordaba muchas cosas y muchas cartas de las que recibí, sobre la pérdida de mi hija.
¡Qué pena que, normalmente, estas cosas se las decimos a los amigos, cuando ya los hemos perdido!
Deberíamos decir más veces y a menudo lo que queremos a las personas. Deberíamos repartir más besos y abrazos. Porque los besos que no se dan se pierden.
Vuestro dolor es también el mío. Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.