Hoy, hace 31 años, se firmaba un contrato muy especial.
Un contrato para convivir. La única forma, por aquellos tiempos, que facilitaba convivir con una persona, de forma aceptada por toda la sociedad.
Y unos jóvenes, muy jóvenes , con mucha inexperiencia, firmaban un contrato sin periodo de prácticas ni prueba; sin cláusula de rescisión; sin separación de bienes, ¿qué bienes?; sin leer la letra pequeña, que como todos los contratos supongo que la tenía, se dispusieron a firmar, con mucho amor. Era lo único que les sobraba.
Pero como ese contrato sólo se podía firmar después de la mediación de alguien con sotana, estos contratantes se lo pidieron a un salesiano, profesor y amigo de una de las partes contratantes y éste accedió.
Pero hizo algo más. Pasó por alto los fallos completamente asumidos por los contratantes porque sabía que se unían, no dos almas gemelas, pero sí dos personas con mucho en común.
Sacrificó algunas partes del rito que hoy en día podrían producir una anulación por «defecto de forma», porque quería a esa pareja. Y así comenzó la aventura de Flor y José María.
Helena aún no era ni un proyecto. Había demasiadas cosas todavía por terminar: unos estudios; unas letras además de una hipoteca que pagar, porque siempre ha existido la dichosa hipoteca; y una convivencia a la que acostumbrarse.
Helena tardó seis años en llegar. Y este es el cuarto año que no tenemos su felicitación.
Cuando cumplimos los 25, ella nos regaló la estancia en un balneario. No recuerdo otra celebración mayor y mejor.
No somos ejemplo de nada, a pesar de tantos años. Aunque quizás somos una especie a extinguir. Pero el tiempo se ha pasado muy rápido hasta hace 4 años. Desde entonces el tiempo es lento, duro, espeso.
He pensado que debía hablar aquí de esta fecha quizás para encontrar las felicitaciones que ya nunca tendremos de nuestra amada hija. Algo más que se pierde con la pérdida de los hijos.
no es sencillo avanzar olvidando lo vivido
cuando tanto se ha dado por perdido
y el camino es volver a comenzar
le canto al viento por todo el que venció su desaliento
le canto al mar por todo aquel que tuvo que olvidar
para empezar
decidir avanzar en el camino
sin dejar que el pasado ni el destino
puedan destruir una vida honesta
revolver alegrías y lamentos
y entender que es verdad que sólo el tiempo
nos dará todas las respuestas (Amar en tiempos revueltos)
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, la parte contratante dos.