Diana Navarro, en la noche de San Juan, inauguró los veranos de la Villa de Madrid con un espectáculo de flamenco que, como siempre, arrasó.
Comenzó con un vestido de mantón de manila rosa fucsia, guapísima, y en la segunda parte uno negro. Y después de todo su repertorio flamenco cantó algunas de sus coplas y pequeñas estrofas de muchas de sus canciones. Terminó con una saeta.
Un concierto en el máximo respetuoso silencio para no perder una nota, una palabra de ese flamenco elegante y puro que sale de la voz de Diana, roto solo por los aplausos encendidos de los admiradores que estábamos allí.
El marco no podía ser mejor, con el Palacio Real de fondo y una Diana emocionada llamando a Madrid su segundo pueblo. Una ciudad que según dijo ella, la ha acogido desde hace seis años, intermitentemente y donde ha encontrado una segunda familia: «vosotros sabéis quienes sois» dijo.
No soy ninguna experta en flamenco, no os puedo hacer crítica en este sentido, solo puedo decir que Diana tiene una voz que puede cantar lo que se proponga.
Queridas madres, os habría llamado a todas para que la escucharais, pero no podía hacerlo.
Y durante todo el verano siguen sus conciertos.
Por mi salud, yo te juro
que eres pa mí lo primero,
Y me duele hasta la sangre
de lo mucho que te quiero.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.