Últimamente no sigo los siniestros de tráfico, uno a uno, porque son tantos que no llego. Los almaceno, informo de algunos de ellos, e intento recuperarlos cuando me piden ayuda. Pero sigo recordando los aniversarios y me sigo fijando en las esquelas y detectado, a veces, cuando se tratan de siniestros de tráfico.
La información de los accidentes, casi siempre, es impersonal. No aparecen nombres, como mucho iniciales, como si fueran delincuentes cuando la mayoría de las veces son víctimas.
Pero pocas veces tengo información directa a través de las esquelas que normalmente se producen en los aniversarios y no el mismo día del funeral. Y ayer me encontré con una, la de José María Navarro López.
Dice la esquela: José María Navarro López. Arquitecto. Falleció en Madrid, en accidente de tráfico, a la edad de 48 años.
Deja esposa, una hija, unos padres, hermanos…
No sé si las esquelas han cambiado su estética desde una esquela muy especial, la de mi hija, porque es ahora cuando me fijo, pero así me lo parece.
Y sé que siempre habrá alguien que piense «qué gusto tan macabro». ¡Qué error!
Este año, en el día de las víctimas de accidentes de tráfico, en El Retiro, mi mensaje era «La cara de las cifras». Sí. Las caras de esos, catorce, quince, dieciséis, muertos de los que informan las noticias. Solo cifras. Ninguna cara. Ningún nombre.
Por eso, me colgué sobre la espalda las fotos de aquellos que sus madres quisieron que los mostrara. Porque cada uno ha producido una tragedia, un dolor inmenso. Como el que habrá producido la pérdida de José María, un marido, un padre, un hijo, un hermano.
Ni siquiera puedo encontrar la información de su accidente, son tan impersonales, imperfectas, frías, que no sé detectarla.
Mi solidaridad con esta nueva familia que entra en las estadísticas.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, que murió en un siniestro de tráfico por el alcohol que otro tomó.
.