La lucha de unos padres

Ayer fue la segunda vez que visitaron La Moncloa.

Ayer fue la segunda vez que veía a Irene. Nuevamente en un segundo plano, con la mirada perdida, en un extremo, la más lejana, no queriendo quitar protagonismo a los dos hombres, Zapatero y Juan José, su marido.

Estaba haciendo la cena cuando veía esta imagen y mis lágrimas brotaron. Ya sé que eso no es una novedad. Mi lágrima es más que fácil, pero a mi mente vinieron muchos recuerdos.

Recuerdos de hace casi 3 años y medio y nuestras primeras visitas a nuestro abogado.

Ya sé que no son temas comparables, pero eran situaciones parecidas. En esas primeras visitas al abogado, yo no podía entender que la persona que había matado a mi hija siguiera con su carnet de conducir. Ya era demasiado que no estuviera en la cárcel, pero que además pudiese conducir, me parecía toda una temeridad que podía afectar a la vida de otras personas.

Recuerdo que, con la fuerza que desde el primer momento me transmitió mi hija (supongo), le decía a nuestro abogado que si tenía que recoger firmas para cambiar algo de la ley lo haría. Él, una persona más que acostumbrada a estos pleitos por las muertes en los mal llamados accidentes, me miraba con compasión, pensando si no tenía ya demasiado dolor y pesar como para meterme en un imposible.

Él me decía: «si el juez de guardia no se lo ha quitado en un primer momento, es imposible que otro juez se lo vaya a quitar. Además, tardará tanto en resolverse el juicio y puede ser tan pequeña la condena, que podría darse la situación que si le retiran el carnet ahora mismo, estuviera más tiempo sin carnet que la condena que le impusieran.

Además, si quiere seguir conduciendo, lo va a hacer con carnet y sin carnet».

Hoy, casi 3 años y medio después, esta persona sigue teniendo su carnet. La sentencia le condena a 4 años de retirada de carnet.

Anoche, recordaba, esta batalla pueril que intentaba comenzar. Creo que no habría tenido el éxito de Juan José Cortés. En temas de tráfico seguimos siendo demasiados víctimistas.

Pero también es cierto que en esos 3 años han cambiado mucho las cosas y que las asociaciones de víctimas han ido consiguiendo mucho, aunque, aún, no es suficiente.

Queridos Juan José e Irene, es admirable que vuestro dolor os haya proporcionado la fuerza suficiente para luchar contra esta injusticia. Pero no desfallezcáis ahora, una vez cumplida la misión. Queda mucho por hacer.

La justicia es lenta, muy lenta y la pérdida de vuestra hija tiene que tener, al menos, un fruto, aunque para vosotros nunca haya consuelo.

Han sido 2,3 millones de firmas, pero es probable que todos os tengamos que agradecer vuestro esfuerzo. Nosotros aún no tenemos noticias de que la sentencia sobre la persona que mato a nuestra hija se haya hecho efectiva (han pasado ya medio año de su publicación y 3 años y medio de ocurrido el hecho)

Jamás habría pensado que tuviera que estar pendiente de que una sentencia se haga efectiva y se cumpla.

Vuestra tragedia ha servido para que toda esta porquería salga al exterior. ¡Qué vergüenza! ¡Qué dolor!

Mi afecto y mi admiración. Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por el alochol que otro tomó.

Publicado miércoles, 01 de octubre de 2008 9:28 por FZ_madredHelen
Share this:
Share this page via Email Share this page via Stumble Upon Share this page via Digg this Share this page via Facebook Share this page via Twitter

Acerca de Flor Zapata

Desde Abril de 2005, soy Flor Zapata, madre de Helena. Ese es mi pie de firma desde que escribo para concienciar sobre los peligros de una conducción no responsable.
Esta entrada ha sido publicada en Correo sin entregar, Mujeres, Reflexiones, Sentimientos, Víctimas y etiquetada como , , , . Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *