Los días interminables
Han pasado tres o cuatro días, desde el día en que como dice Rosalía de Castro:
«Ya el hoyo se ha cubierto, sosegaos,
Bien pronto en los terrones removidos
Verde y pujante crecerá la hierba….»
Pero habrán sido días que parecen años. Días interminables.
Se alargan igual que se alarga el dolor como una sombra fría tras nosotros y aún, apenas, ha comenzado nada.
Estos días que llevan los padres sin sus hijos, sin sus niñas, sin sus niños, porque con esas edades son niños, aún apenas han empezado a pesar. Aún el calor de la familia, de los amigos, arropa cada día, con su mejor intención, pero después vendrá el silencio, el cesar de las visitas el reencuentro con una casa llena de recuerdos, con una habitación llena del perfume de ellos, de sus ropas recién usadas y que quedaron por allí, quizás revueltas, tiradas por las prisas de salir.
Queridos amigos en el dolor, vuestro camino sólo acaba de comenzar. Haced oídos sordos a quien os quieren consolar, lo hacen con su mejor voluntad, pero vosotros, ahora, no estáis nada más que para vuestro dolor.
No hagáis como si no hubiera pasado nada, si que ha pasado y ya nada será igual, al menos durante mucho tiempo. Refugiaos en vuestro dolor, porque él os curará y primero será una locura, una lo-cu-ra-lo-cu-ra-lo-cu-ra, que lo curará. Eso me decía siempre mi psicóloga, al principio, de esto hace más de dos años y ella, sigue intentado curarme y consiguió que no se vonvirtiese en locura.
Y no me canso de repetir esta frase y cada fin de semana la vuelvo a repetir:
Vuestro dolor es también mío, porque antes, ya fui yo.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.
(Dedicado a todos los padres que han perdido a sus hijos este último fin de semana de Septiembre: Rocío, Francisco, Mabel, Lucia, y otros tantos de los que sólo conozco unas iniciales)
Publicado miércoles, 03 de octubre de 2007 21:25 por FZ_madredHelena