Otra princesa muerta en la carretera
(Imagen traída hasta aquí desde El País)
No sé si son mis ojos que de tanto llorar distorsionan las imágenes que llegan hasta ellos o es mi amor de madre sin hijos, pero últimamente me parece que todos las niñas que mueren son preciosas.
Hoy, me encontraba con la imagen de esa niña de 7 años, del grupo de turista finlandeses que no llegaron a regresar a su país y se quedaron en una carretera. Una carretera sin la posibilidad del peligro de un adelantamiento, porque tenía 3 carriles para poder hacerlo, pero no contaron con otro elemento, la irresponsabilidad y el alcohhol.
Una princesita más para su padre, como lo son tantas y que tienen una belleza angelical, la belleza de las princesas sin corona pero con un baúl lleno del tesoro más preciado, el amor de sus padres.
Algunas no se quedan en la carretera de forma física, pero se quedan en el camino de la vida, las arroyan la enfermedad, la velocidad y el alcohol o aparece el lobo feroz engañandoles con la ofreda de un caramelo.
En recuerdo de Mari Luz (que se encontró con el lobo feroz), Ainhoa (que perdió su reino por el cáncer) y Katja Liikka (que terminó su reinado en un pais con sol y demasiado alcohol)
Flor Zapata Ruiz, madre de otra princesa, Helena.