Los que sois asiduos de este blog sabéis de mi frustración por no saber escribir poemas. Porque la poesía es el mejor vehículo para expresar los sentimientos. Esos sentimientos que, a veces, suben, explotan y fluyen como la lava de un volcán, cuando se sabe convertirlos en palabras.
Acabo de recibir un libro de la biblioteca de autores manchegos. Está escrito por un paisano, al que no conozco, pero me ha llamado la atención muchas cosas de él. Que somos del mismo pueblo. El título de su libro: «Sobre el volcán la flor», título tomado de unos versos de Bécquer. Y sus poemas.
Esta Flor está siempre sobre un volcán a punto de estallar. Por el dolor, la ausencia, la pena.
Años previos
Lo tuve todo, ahora nada tengo
sólo un montón de años previos
a ese momento en el que algo
me cogerá del pescuezo
y agitará mi sombra hasta que se vaya diluyendo
en un muro ciego que contiene
demasiada tierra. Al final todo se viste de tierra
y la tierra concede su permiso a la vida
para hacerse pasajera
y crear orillas donde sólo había agua
una infatigable desesperación cerca de la inmensidad
en donde se avanza para llegar al principio.
Algo se ocultó para siempre
un rostro, un corazón, unas manos que sabían tocarme
y jugar con mis miedos demasiado deprisa
y se ocultó debajo de la tierra
en esa niebla profunda en donde brillan las raíces
como almas que está esperando aparecer
para volver a encontrar sus viejas habitaciones
algo con lo que recordar
que no pueden rendirse todavía a la evidencia
de que la tierra nunca miente
cuando oculta todo aquello que nunca devuelve
lo tuve todo y ahora nada tengo
me queda un caudal de días oscuros
que esperan devolver su mirada
y cambiarse de luz
sin la memoria
(Manuel Julía. «Sobre el volcán la flor»)
Gracias, por escribir las palabras que yo soy incapaz de juntar.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.