Antes siempre decía que las madres que se quedan sin sus hijos por una enfermedad, tienen la suerte de despedirse de ellos, de prepararse para la pérdida, de hacer todo lo posible e imposible por ellos. En cambio, los que nos quedamos sin ellos de la noche a la mañana…
¡Qué tontería! ¡Qué madre va a admitir que su hijo se va a morir! ¡Qué madre va a estar preparada para decir adiós a su hijo!
Ahora que conozco a muchas madres que han perdido a sus hijos por enfermedad, sé que el dolor es el mismo.
Como Luisa, que perdió a su hijo José Miguel por un tumor cerebral, hace un año.
Querida Luisa, mucha fuerza. El primer año de todo (aniversario, cumpleaños, navidades, etc.) es el peor.
Era apacible el día
Y templado el ambiente,
Y llovía, llovía
Callada y mansamente;
Y mientras silenciosa
Lloraba y yo gemía,
Mi niño, tierna rosa
Durmiendo se moría.
Al huir de este mundo, ¡qué sosiego en su frente!
Al verle yo alejarse, ¡qué borrasca en la mía!…(Rosalía de Castro)
(José Miguel unos meses antes de su operación. Tenía 29 años.)
Un fuerte abrazo.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.