La referencia, el otro día, al mensaje en el post sobre los jóvenes de Eibar y una película que vi ayer, me han removido más recuerdos y me han hecho reflexionar sobre el dolor de los hombres.

Si para algunos de nosotros nuestros padres fueron la generación que vivió una guerra y una postguerra con el dolor y las carencias que conllevó, nosotros, nuestros hombres, fueron criados para que fueran fuertes, con la formación y la incertidumbre de que ellos eran los que tendrían que ir a  la guerra, si volvía a haberla, y que ellos eran y tenían que ser los fuertes en los momentos difíciles.

“Los chicos no lloran”.

Pero la gran mayoría, aunque pasaron una mili, por suerte, no tuvieron que ir a una guerra. Ni tuvieron que ejercer el papel de padre tal como se había desarrollado hasta ese momento. Ellos comenzaron a ser padres y disfrutar con ello: los primeros padres que estaban en la preparación al parto, los primeros padres en un paritorio, los primeros padres que daban biberones y cambiaban pañales. Los primeros padres que compartían tareas maternas hasta ahora dedicadas única y exclusivamente a la madre.

La figura del padre autoritario iba desapareciendo para dar paso a un padre comprometido y cariñoso con los hijos.

Pero qué pasa cuando te han educado para una cosa y después tienes que vivir otra. ¡Qué dolor!

Ayer me preguntaba ¿cómo se puede llevar tanto dolor sin apenas manifestarlo?

Pareciera que los hijos son solo nuestros porque los llevamos en nuestras entrañas durante 9 meses pero, ¿no es más amor aún el que demuestran y tienen unos hombres que no han tenido esa sensación?

No sé cómo pueden soportarlo. No sé cómo pueden sobrevivir sin llorar. La mayoría no lo hacen, no al menos delante de nosotras. Son los fuertes de la familia. Los chicos no lloran.

Sólo ahora comienza a verse bien que los hombres muestren sus sentimientos.  Y no siempre.

Siempre recordaré la firmeza de mi marido y, a la vez, la ocultación de su dolor en tan solo una frase. La que pronunció al guardia civil que nos recibió en el cuartel de Colmenar Viejo: “Si puedo hacer algo por usted”, y mi marido le contestó, “¿Puede devolverme a mi hija?”

 

 (Helena era el amor de su padre. La niña de sus ojos. Y viceversa)

 Foto colección privada. Solo publicación con permiso.

Dedicado a esos padres que sufren el dolor de la pérdida pero no tienen un blog de “Padres sin hijos”.

los chicos no lloran tienen que pelear.
Es mi vida no quiero cambiar
los chicos no lloran solo pueden soñar
es mi vida no quiero cambiar
los chicos no lloran tienen que pelear,
es mi vida ah!, es mi vida ah!

(Los chicos no lloran. Miguel Bosé)

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.

Publicado jueves, 15 de abril de 2010 8:46 por FZ madredHelena.

Share this:
Share this page via Email Share this page via Stumble Upon Share this page via Digg this Share this page via Facebook Share this page via Twitter

Acerca de Flor Zapata

Desde Abril de 2005, soy Flor Zapata, madre de Helena. Ese es mi pie de firma desde que escribo para concienciar sobre los peligros de una conducción no responsable.
Esta entrada ha sido publicada en Duelo, Muertes en carretera, Música, Grupos musicales., Reflexiones y etiquetada como , , . Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *