Los cuatro jóvenes de Eibar

Solté el teléfono como si me hubiera quemado cuando escuché la famosa frase: «Le llama la guardia civil de tráfico. Si son los familiares de Helena Castillo…». Corrí hasta mi marido y le dije: hay una llamada muy extraña, llama tú. Mi marido tuvo que volver a oír el mensaje para ver cuál era el teléfono. Llamó, se identificó, preguntó y repitió una palabra con entonación de pregunta y espanto: «¡muertos?». Eso fue lo que entendí yo.

Después, el me repetiría lo que había tenido que escuchar en ese teléfono: «¿Es que Ud. no sabe que hace 3 horas que su hija está muerta?». Esa frase que nos perseguirá toda la vida.

Así supe que sólo había muerto mi hija, que su chico, que iba como copiloto, se había salvado, y a pesar de la locura de ese momento, fue como un bálsamo: uno de los dos vivía, nos contaría cómo había sido.

Ayer, cuando conocía que al final los cuatro jóvenes del accidente de la carretera N-634 en Elgoibar habían muerto, recordé la primera escena de mi locura: No habrá superviviente para contar cómo fue.

Hoy, pasado 5 años, conociendo el resultado de otros horribles siniestros donde han perdido la vida más de un joven, otros donde han sobrevivido alguno de los ocupantes, sé que no es ningún consuelo para los padres que quedan que haya algún superviviente, ni consiguen, con la ayuda de los que han quedado con vida, aclarar qué pasó. Porque cada padre quiere a su hijo y no perdona que se lo arrebaten. Y si llegado el momento se descubre cuál fue la causa o el motivo de ese accidente y entre ellas se encuentra: alcohol, exceso de velocidad, drogas, irresponsabilidad, se olvidarán de que fueron amigos.

Son pocos los casos en los que los padres hacen una piña y comparten verdaderamente su dolor más allá del día del entierro. Son pocos los que aceptan que todo fue un exceso de juventud. Son muchos los que pierden la relación y, peor aún, si alguno de ellos se salvan. No es, ni nunca lo fue, mi caso, pero los conozco.

Por eso, por ahora, hasta que se conozcan los detalles de este doloroso siniestro, Lidia, Izaro, Eider y Jonatán están juntos y sus padres tienen el mismo dolor.

Y esta madre que desde hace cinco años les pide a los jóvenes ¡Conduce y Vive!, ve su lucha, una vez más, imposible, perdida, inútil.

Vuestro dolor es también el mío, porque, antes, ya fui yo.

Un recuerdo también para los familiares de la otra joven que dejó su vida en Marruecos, también de Eibar. Y para el otro turista, de Navarra. Esos atropellos que en estos días se han hecho tan famosos y van en aumento.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.  

Publicado domingo, 11 de abril de 2010 8:02 por FZ madredHelena.
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Acerca de Flor Zapata

Desde Abril de 2005, soy Flor Zapata, madre de Helena. Ese es mi pie de firma desde que escribo para concienciar sobre los peligros de una conducción no responsable.
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