(Las calas de Helena)
Natalia es guapa y tiene un rostro suave y dulce. Ella dice que cuando conoció a Helena le pareció un ángel y que así se lo contaba a su madre. Ahora es su madre la que le recuerda esa definición. Pero ella no tiene nada que envidiar a los ángeles.
Natalia solo estuvo con Helena unos pocos meses. Llegó a Erasmus en el segundo semestre y Helena, que tenía prevista su vuelta a Holanda el día 20 de Abril, dejó su billete de avión sin utilizar. Qué cosas, con el miedo que me daba que viniese en avión.
Helena enseñaba español a Natalia, poco le pudo enseñar, pero cuando me muestra Natalia su cuaderno de español, que aún guarda, los primeros verbos que Helena le enseñó y que están escritos con su propia letra, estos son «querer y amar». Podría haber empezado por «ser y estar» o haber y tener», no, lo hizo por los verbos que más utilizaba en su vida: Querer y Amar.
Después de seis años, Natalia ha venido a España desde Grecia y ha querido estar con nosotros. Y lo ha hecho en un día muy especial. Y nos ha traído una nueva foto de Helena, como todas, rodeada de amigos y sonriente.
Nos pidió que la lleváramos al cementerio (yo que siempre digo que a los jóvenes no les gusta ir a los cementerios), y allí, Natalia acarició suavemente una y otra vez el verde manto de césped que cubre a Helena, Era una imagen para partir el corazón.
Gracias, Natalia, por tu visita, por tu afecto, por querer y recordar a Helena, por venir desde tan lejos. Helena estará muy contenta de que ya sepas español, de que al final soportaras los meses de Erasmus y no te volvieras a Grecia. Ella te engañaba enseñándote español para que siguieras en Holanda y no pensaras en volverte a Grecia. Así era Helena, preocupada siempre por los demás.
Y gracias, a esas dos amigas que te han acompañado, y pacientemente te han permitido estar con nosotros.
No os olvidaremos, como a Helena.
Telarañas cuelgan de la razón
En un paisaje de ceniza absorta;
Ha pasado el huracán del amor,
Ya ningún pájaro queda.
Tampoco ninguna hoja,
Todas van lejos, como gotas de agua
De un mar cuando se seca,
cuando no hay ya lágrimas bastantes,
porque alguien, cruel como un día de sol en primavera,
con su sola presencia ha dividido en dos un cuerpo.
Ahora hace falta recoger los trozos de prudencia,
Aunque siempre nos falte alguno;
Recoger la vida vacía
Y caminar esperando que lentamente se llene,
Si es posible, otra vez, como antes,
De sueños desconocidos y deseos invisibles.
“La Realidad y el Deseo” Luis Cernuda.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.