(carta enviada al diario semanal El País, y publicada)
En algún momento de nuestras vidas, nos planteamos y nos preguntamos qué serán de nuestras cosas, las que hemos acumulado a lo largo de una vida. Quién las recogerá, guardará o tirará. Quién leerá nuestras notas más intimas.
Incluso nos planteamos hacer testamento con la idea de facilitar las cosas pero, jamás nos planteamos que seamos nosotros mismos los que tengamos que hacer esto con lo relacionado con nuestros hijos.
Sabía que a mi hija le gustaba El Canto Del Loco pero no esperaba encontrar en una de sus agendas, una hoja llena de corazones en el día que actuaban, en el lugar más cercano a nuestra casa.
Hice fotocopia de esta hoja y se la envié a Dani Martín, cantante de ECDL.
Rebuscar entre las cosas de mi hija me producía tanto dolor como si en una herida me estuviera vertiendo sal y limón, pero no podía permitir que otros jóvenes siguieran muriendo.
Por eso le pedí que en sus conciertos, ellos que tenían línea directa con los jóvenes, les pidieran que no llevaran un coche si habían bebido o tomado cualquier otra droga. No quería que murieran más jóvenes por el alcohol que otros tomaban.
Gracias a Guillermo Abril y su artículo “El salto más cuerdo de los locos”, he podido conocer que Dani tomó buena nota de mi petición y derivó en una buena reflexión: ¡Eres tonto!
Gracias, Dani. Aunque Helena ya no estará aquí para comprar vuestro disco “Personas”, lo haremos nosotros por ella. Porque en ese disco hay una parte de ella.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, fallecida en un mal llamado accidente de coche, por el alcohol que otro tomó.
«…Hace un año, mientras grababa los primeros capítulos de la serie Cuenta atrás, que emite Cuatro, Dani contaba que, aunque el resto del grupo se encontraba de vacaciones, él llevaba un tiempo trabajando en el próximo disco. Había sonado un clic en su interior. Y refirió un episodio para explicarse.Dijo que llegó una carta, una de tantas. Porque solía haber miles sobre la mesa de la oficina. De esas que apenas se leen: miran el remite y contestan con una foto firmada, poco más. Pero aquella, dijo Dani, asomaba sus bordes sobre el resto de papeles. La tomó entre las manos y la abrió. Escribía una madre con letra quebrada hablando de su hija muerta. Un coche, un borracho, adiós. Elena quedó tendida en el suelo. El conductor sopló y superó en varios puntos la tasa de alcohol permitida. Una cifra en el periódico, una familia rota. Ocurrió en fin de semana, el año que Elena estudiaba en el extranjero. Vino a Madrid dos días. Pasó sólo uno.
La madre, siguió Dani, no pedía nada. Sólo que aprovechasen su tirón entre la juventud e intentasen hacer pensar a la gente, en fin, que qué les lleva a coger el coche en ese estado. “Cuando eres una persona creativa, y de sentimientos, esas cosas te afectan”. Primero probó a escribir una canción a la chica. Pero chirriaba: en la letra hablaba de una chica buena y un hombre malo. Se frenó sobre la vida del que llevaba el coche borracho. “¿Por qué te llegas a beber 200 copas y coges el coche? Estás tapando algo, me dije. En un porcentaje alto, tienes un problema. No me refiero a que sea tonto, no: este tipo quiere llamar la atención, tiene una falta de cariño, una carencia de afecto, algo. Creo que no sólo hay que ponerse de un lado, sino que hay que ayudar y hay que corregir. Estoy componiendo un poco en esa línea. No hay algo que esté mal o bien. Somos personas…»
De la entrevista de El País semanal del pasado día 6 de Abril de 2008 “El salto más cuerdo de los locos”.