Las mujeres, principales actores en la construcción de la paz

«La paz es mucho más que la asuencia de guerra»

El pasado 2 y 3 de este mes tuvo lugar el Seminario Internaciona “Derechos hacia una Cultura de Paz” promovido por el Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad.

 Fueron dos jornadas repletas de mesas de ponentes con un objetivo básico: Derechos Humanos y la Construcción de una  Cultura de Paz.

 Haciendo honor al lema de este blog, y sin despreciar para nada todas las mesas existentes, en total 7, para mí el tema más importante fue la mesa “Las mujeres, principales actores en la construcción de la Paz.

 Esa mesa contó con tres mujeres luchadoras por los derechos humanos y habituadas a las zonas de conflicto.

 Azra Hasanbegovic, presidenta de la asociación Zena de Bosnia y Herzegovina, Siham Rasid, Directora del departamento de relaciones públicas del Palestinian Counseling Center (PCC), y Mila Ramos, presidenta de Mujeres en Zona de Conflicto, fueron las ponentes de una mesa moderada por Marta Iglesias, responsable del departamento de comunicación del Movimiento por la Paz –MPDL-

 Todas ellas nos hablaron de sus experiencias en las zonas de conflictos y de la importancia de la mujer como principal actor a la hora de construir la paz y a la vez principales sufridoras y víctimas en los conflictos.

El resto de ponentes, fueron también de un alto nivel y sus discursos de gran importancia para el tema de la construcción de la Paz.

 Como broche final, Francisca Sauquillo, presidenta del Movimiento por la Paz, presentó un texto que fue firmado por todos los presentes, como Declaración de “Derechos hacia una cultura de Paz” y que supone un decálogo de principios en los que ha de sustentarse la paz.

Fue una  experiencia enriquecedora y muy positiva.

 Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.

DECÁLOGO PARA LA CONSTRUCCIÓN DE LA PAZ

…. porque la Paz es mucho más que la ausencia de guerra.

 

1.       Reivindicar la Paz como derecho humano. Tras la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948, se han ido planteando los llamados derechos de tercera generación: derecho a la autodeterminación, a los recursos naturales, al patrimonio histórico, al desarrollo… pero ha llegado el momento de dar un paso más y plantear un nuevo horizonte: el derecho humano a la Paz, un derecho que implica no sólo la dimensión colectiva, sino la individual. Un derecho que, jurídicamente recogido en el derecho internacional implicaría una garantía para todas las personas y los pueblos y una obligación de velar por su defensa que corresponde a todas las mujeres y los hombres, los pueblos, los Estados y los Organismos Internacionales.  Un derecho y una obligación que ya existe de alguna forma al existir el derecho y la obligación del respeto a los Derechos Humanos, pero que se diluye ante los postulados de seguridad del convulso contexto internacional.

2.       Promover y apoyar la Construcción de la Paz en todas las fases de los conflictos armados. Ante la última crisis de Oriente Próximo, el recrudecimiento de los conflictos en África y la crispación internacional que se vive ante la creciente presencia del terrorismo en el panorama internacional, la Paz es una emergencia sobre la que se puede y se debe trabajar. No hay que olvidar que para la construcción de la Paz, tan importante es trabajar por el fin de los conflictos como trabajar por la estabilización y la reconstrucción social en los posconflictos. Este es el caso de los Balcanes, una zona que ha llenado multitud de páginas de periódicos y espacios en los medios de comunicación, pero que desde la firma de los diferentes acuerdos de paz, ha dejado de estar en las agendas internacionales. El fin de los conflictos es importante, pero tras ellos quedan poblaciones desplazadas y refugiadas que tienen que encontrar una salida para su normalización; quedan economías desestructuradas; tejidos sociales rotos; situaciones que requieren del apoyo de todos para recuperar la normalidad y sentar bases sobre las que poder comenzar la estabilización democrática, la reconciliación, el respeto de los Derechos Humanos y la pacificación que evite de forma real un nuevo estallido del conflicto.

3.       Promover el desarrollo para la Paz. Otra de las vías de trabajo por la Paz, como bien propone la Alianza de Civilizaciones, es el fin de las desigualdades económicas y la erradicación de la Pobreza. En este sentido, los Objetivos del Milenio de Naciones Unidas nos ofrecen una propuesta de trabajo que implica a todos los agentes internacionales. En el momento en el que todos los seres humanos tengan acceso a una vivienda, a una educación, una atención sanitaria, una posibilidad de trabajo digno, unas libertades reconocidas, en definitiva, a una vida digna en un Estado de Bienestar que garantice unas coberturas mínimas y sostenidas en el tiempo, tendremos la base para terminar con los orígenes de los conflictos. Esta es la verdadera vía de construcción de la Paz.

4.       Promover la Educación para la Paz. Es fundamental que las nuevas generaciones estén sensibilizadas y concienciadas sobre las realidades con las que tienen que convivir. La educación en valores como la igualdad, la solidaridad, la confianza, el respeto, la empatía, el diálogo, etc. facilitará la futura convivencia y dará herramientas a nuestras generaciones más jóvenes para asimilar y disfrutar de la diversidad cultural. La educación en valores es la mejor plataforma para tratar de evitar comportamientos no tolerantes o violentos.

5.       Fomentar la integración para la Paz, ya que si acercamos el concepto de paz a la realidad española, uno de los temas a trabajar es la verdadera integración de la población. España está viviendo una nueva realidad que bien encajada puede resultar muy enriquecedora para todas las partes implicadas en el fenómeno migratorio, pero para esto es necesario que el tema se aborde desde una perspectiva correcta. Una perspectiva integradora que abarque a toda la población, autóctona e inmigrante.

Por todo esto, proponemos asesorar a la población inmigrante sobre la tramitación de su normalización legal con el fin de facilitar su integración laboral. Este es el paso indispensable para conseguir una verdadera normalización social de este colectivo. Pero, de forma paralela, debemos promover una labor de sensibilización tanto a la población inmigrante como a la población de acogida, que facilite el conocimiento y la comprensión de las distintas culturas y realidades y que favorezca y enriquezca la convivencia pacífica.

La integración real de la población sólo es posible con actitudes positivas de la opinión pública (no con su indiferencia o rechazo) y es necesaria la implicación de todos los ciudadanos y ciudadanas en este proceso.

6.       Exigir la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Es imposible que se consiga la paz en un entorno en el que no se garanticen la igualdad de derechos y oportunidades para todas las personas. Con este convencimiento exigimos el cumplimiento de la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en la que se tiene en cuenta el papel de las mujeres, no sólo como víctimas de los conflictos, sino también como principales agentes de resolución de los mismos y de generación de desarrollo. Tomando como base de trabajo los objetivos estratégicos establecidos por la Plataforma de Beijing, los Objetivos de Desarrollo del Milenio y la Convención para la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) reivindicamos el empoderamiento de la mujer y su acceso a los puestos de toma de decisiones como una herramienta imprescindible de construcción de paz.

7.       Fomentar el respeto y el cuidado del Medio Ambiente como única vía para la consecución de los anteriores postulados. El acceso a los recursos naturales ha sido y será siempre un motivo de conflicto, ya que el nivel de desarrollo y libertad individual y colectiva está completamente condicionado a este derecho. Dado que los recursos naturales del planeta son limitados, es urgente que promocionemos iniciativas que fomente un consumo responsable de los mismo así como un respeto a su conservación y mantenimiento. Sólo de esta forma conseguiremos un entorno justo y sostenible en el que relacionarnos y en el que resolver los conflictos de una forma madura y pacífica.

8.       Promover la reflexión, la investigación y el debate sobre la Construcción de la Paz. La rapidez con la que cambian los acontecimientos y los contextos nacionales e internacionales hace imprescindible que se actualicen y adapten constantemente los discursos y posicionamientos sobre los mecanismos de construcción de paz. Un tema de vital importancia como éste requiere de espacios en los que se puedan intercambiar informaciones e ideas de diferentes ámbitos con las que poder afianzar y adecuar las líneas de actuación. Sólo así podremos tener la posibilidad de reaccionar a tiempo y de forma correcta ante los acontecimientos nacionales e internacionales que nos rodean.

9.       Cooperar y colaborar con los organismos e instituciones nacionales, internacionales y supranacionales para el cumplimiento de nuestra misión. La Comunidad Internacional tiene la posibilidad y la responsabilidad de implicarse en la construcción de un mundo en Paz y de buscar vías alternativas a los medios militares para la solución de los conflictos. Tal y como recoge la estrategia asumida por la Asamblea General de Naciones Unidas el pasado 20 de octubre de 2005, la Alianza de Civilizaciones lanza una propuesta a toda la comunidad internacional para trabajar por el fin de las desigualdades económicas, el diálogo intercultural y la cooperación contra el terrorismo. Esta estrategia, opuesta a los postulados de Huntington, reafirma la obligación de los estados de respetar los Derechos Humanos, el Estado de Derecho y el Derecho Internacional como marco fundamental para las relaciones internacionales.

10.   Promover a la participación de la ciudadanía. La defensa de la paz es una empresa común para la que es indispensable hacer una llamada a la participación. Es cierto que estamos viviendo momentos en los que muchos ciudadanos han aceptado un papel de resignación y pasividad ante el poder en cualquiera de sus facetas.

Esta actitud no favorece una disposición positiva de los ciudadanos hacia la participación, pero precisamente por esto, hay que recordar que ésta tiene muchos y muy variados aspectos y la democracia nos ofrece el marco ideal para ejercerlos. No renunciemos a nuestros derechos.

La Paz es algo ansiado por todos y todas, pero sólo será posible cuando todos y todas trabajemos por ello. La Paz es un bien común y corresponde al Estado velar por su garantía, pero es competencia de todos los ciudadanos hacerla realidad. Toda contribución, por pequeña que sea, nos hará avanzar en nuestro camino a la paz.

Publicado martes, 08 de abril de 2008 20:31 por FZ_madredHelena

Madrid, a 3 de abril, de 2008

Movimiento por la Paz -MPDL- 

 

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Acerca de Flor Zapata

Desde Abril de 2005, soy Flor Zapata, madre de Helena. Ese es mi pie de firma desde que escribo para concienciar sobre los peligros de una conducción no responsable.
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