El Cine y la Realidad

Las calas de Helena

Un Don Especial. “A Gift of Miracles”

Mi psicóloga me decía que hay familias que después de una muerte traumática, pierden el norte, la cabeza, y se pasan el día viendo televisión. Yo no veo televisión, yo veo películas que ponen en televisión, y aunque estoy de acuerdo en que se pierde un poco la cabeza, mi gusto por el cine me viene de pequeña, me lo transmitió mi padre y esas tardes de cine con él.

Admito que me evaden, pero sigo viendo el cine con los mismos ojos de niña, y sigo haciéndome las misma preguntas que le hacía a él:  ”Y ahora qué…, por qué se ha muerto… y la niña… y dónde se van…”. Para mí, una película nunca termina con la palabra Fin.

Y desde que mataron a mi hija, ya no me importan las películas por su valor artístico, o por los actores, me gustan por lo que transmitan, por el mensaje, por lo que me hacen reflexionar.

Ayer, vi una de esas películas que las televisiones parece que compran al peso. Sin actores conocidos, simple, a primera vista,  pero enseguida me enganchó por el tema y porque me recordó a dos personas.

“Un Don Especial” se llamaba, pero no la busquéis por  el nombre que le ponen en español porque no la encontraréis. “A Gift os Miracles” es su título original.

Trataré de no destriparla mucho para los que estén interesados en verla, pero básicamente es la historia de una joven científica que está preparando su proyecto de doctorado (de ahí el recuerdo de mi sobrina), y le ponen como apoyo  a un profesor para ayudarle a escribir dicho proyecto (¿te imaginas, Diana?), y comienzan a suceder una serie de “coincidencias”, para algunos, los que racionalizan;  señales, para los que quieren creer que hay una esperanza, un más allá,  en estrecha relación con la proximidad del cumpleaños de la madre de esta joven que había muerto en un siniestro de tráfico. Y aquí es cuando me recuerda a la segunda persona, una niñita de pocos años, que ayer conmemoraba el segundo aniversario de la muerte de su joven madre, por culpa de un conductor borracho.

Y cómo no, a mi propia experiencia.

Es muy probable que a los que no han vivido un hecho así, esta película sea una tontería que no les diga nada, pero a mí, incluso el final, me hizo reflexionar y pensar.

¿Qué habría hecho, pensado, sentido, si el borracho que mató a mi hija hubiera muerto también ese día?

¿Se podría dar la misma situación en la hija de Ana cuando fuera mayor? En este caso, en la realidad  tampoco se podrá dar porque el que mató a su madre tampoco murió. Porque, casi llego a pensar,  que los conductores borrachos nunca se matan ellos, sino los demás. Eso solo pasa en las películas.

Como que en una Universidad te ponga un profesor para ayudarte a «solo redactar» tu doctorado. Al menos en España.

Ojo, Diana, en la película, la ayuda, la inspiración para redactar el trabajo, la ponían, la centraban, en los sentimientos. Quizás esto te sirva de ayuda.

Un fuerte abrazo a la familia de Ana, y en especial a esa niñita que vivirá sin apenas conocer a su madre, como en la película, pero en este caso no es una película, es la realidad más cruel que viven miles de huérfanos de siniestros de tráfico, de los que nunca se habla.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, que murió por culpa de un conductor borracho.

www.quieroconducirquierovivir.com

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Acerca de Flor Zapata

Desde Abril de 2005, soy Flor Zapata, madre de Helena. Ese es mi pie de firma desde que escribo para concienciar sobre los peligros de una conducción no responsable.
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