Las Calas de Helena
Helena descubrió la flor de las «Calas» en nuestro viaje a Italia. Tenía unos 14 años.
Cuando estábamos en Roma, vimos a muchas novias. Una de ellas, en la Fontana de Trevi, se hacía fotos. Llevaba un ramo de estas flores.
Helena cuando se fijo en ese ramo quedó encantada: «Mamá, ¡qué ramo de flores más bonito! Ese va a ser mi ramo de novia cuando yo me case».
Después de este descubrimiento, mi madre, gran amante de las flores, nos facilitó una maceta de estas flores.
Diez días antes de la muerte de Helena, cuando llegó de Holanda, encontró en esta maceta una cala: «¡Qué bonita está! Claro, hija, es el tiempo de esta flor».
Cuando Álvaro, su amor, salió del hospital y pudo ir al cementerio, le llevó un ramo de calas precioso. El ramo de novia que nunca pudo llevar.
Sólo tenía una maceta de calas. Al poco tiempo de morir y os puedo asegurar que yo no las sembré, comenzaron a salir otras plantas en maceteros, que yo al principio no sabía ni que eran. Ahora tengo 5 macetas.
(la foto está tomada en Córdoba, en el mismo día que llegaba Helena desde Holanda. La hice yo misma en el Alcázar de esta ciudad, donde me encontraba por motivos de trabajo, para podérsela enseñar a ella)